LXVIII ✧

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De nuevo me encuentro trayéndoles algo que escribí en los albores de esta historia, por allá cuando Ateez comenzó a coquetearme. Este es otro sueño hecho realidad que me moría por compartir.

Advierto que este capítulo puede resultar más denso y turbio de lo habitual. Aconsejo leerlo con tiempo y discreción.





Las llamas consumían ominosas la estructura corroída de lo que en otros tiempos fue una fábrica de cerillos.

El lugar llevaba abandonado tantos años que nadie que pasara por ahí dedicaba si quiera una sola mirada a las ruinas. Por eso no hubo alma que pudiera sospechar lo que ocurría más abajo, donde ni la luz, ni la bondad alcanzaban a entrar. Nadie lo supo hasta ese día, cuando una lengua de fuego se levantó abrupta de la tierra y reaccionó con los químicos abandonados en la fábrica. Los habitantes del pueblo cercano escucharon la explosión y fueron a ver lo que pasaba. Encontraron unas llamas arrebatadas que no paraban de crecer, y no convenía que el fuego se esparciera hasta las humildes casas rurales que no tenían cómo resistir a un incendio de esa magnitud. Por desgracia, los bomberos voluntarios de la zona no contaban con grandes camiones o poderosas mangueras para semejante emergencia, así que se vieron obligados a pedir ayuda a las autoridades de la ciudad más cercana. Sin embargo, cuando los bomberos citaditos aparecieron, se dieron cuenta de que harían falta más refuerzos. No más bomberos, no, sino un equipo judicial y forense. También médicos, al menos un par de ellos. Y hasta diplomáticos.

De entre las llamas salieron seres vivos. Eran niños en su mayoría, huyendo despavoridos del fuego. Estaban asustados hasta del aire, como si acabaran de salir de los vientres de sus madres aunque la mayoría alcanzara los doce años. Algunos de ellos incluso traían en brazos a infantes de meses. Todos llevaban harapos por ropa y, aparte de las quemaduras, tenían dificultades para abrir los ojos bajo el intenso sol de ese verano. La palabra "inadaptado" nunca tuvo una mejor oportunidad para lucirse.

Los presentes no se explicaban cómo sólo en las ruinas de la fábrica se habían escondido tantas criaturas. Desconocían que esos niños venían de mucho más lejos, de un mundo del que ni siquiera sospechaban su existencia. Fue como si el infierno se hubiera abierto para escupir llamas y aberraciones. Esos hijos del Averno no sabían hablar. Conocían pocas palabras y entre ellos se comunicaban por señas, por sonidos y por gestos. Pero lo más sorprendente de ellos era que tenían características inverosímiles, propias de la fantasía. Nada que se hubiera visto antes en ese o en ningún otro pueblo del reino humano.

La humanidad era ajena a lo que había más allá de La Frontera. Se les había dicho que eran tierras tóxicas, llenas de abandono y erosión. Eran poquísimos los privilegiados que sabían la verdad: detrás de esa ilusión desértica se alzaba todo un reino inmenso y proliferante, habitado por formas de vida que ni en los sueños se concebían tan complejas y especiales. Aquellos que lo sabían eran los herederos de un tratado de partición que tuvo lugar demasiado tiempo atrás, fruto de una historia que nunca fue contada. La misión que se habían pasado por generaciones era la de procurar que se respetara el tratado tal y como se fundó. A sus oídos llegó lo que había pasado en la vieja fábrica de cerillos y no tardaron ni un pensamiento en contactar con sus versiones mágicas.

El reino mágico, o Haneul para sus habitantes, no desconocía la existencia del reino humano. Desde magos hasta dríadas, y desde niños hasta ancianos, todos sabían que al otro lado vivían criaturas sin habilidades mágicas. Aun así eran concebidos como una raza más cuyo mayor poder era el ingenio y, a veces, la autodestrucción. Aunque no fueran un secreto, en el parlamento de Haneul residía la obligación de proteger el tratado de partición. La interacción entre ambos reinos estaba estrictamente prohibida. Los humanos no podían entrar a Haneul, y ninguna criatura mágica podía pisar territorio humano.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora