Hongjoong despertó con un jadeo violento, como si hasta ese momento hubiera estado bajo el agua. Sus ojos fueron incapaces de enfocar, pero distinguió lo que lo rodeaba. Estaba en la parte de atrás de un coche y escuchaba voces.
—Eran ocho.
—No, eran diez.
—Da igual.
—¡No da igual! Eran diez, como nosotros.
—Somos doce ahora.
—Ellos no lo saben.
El mago reconoció las voces de los lobos. La manada estaba ahí. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, distinguió a Urika a través del cristal.
—¿No dejaron ni a uno vivo?
—¿Tú qué crees, lenteja? No vinieron a hablar precisamente.
—Vale, chúpame el culo, ¿quieres? Si hubiera quedado alguno vivo podríamos interrogarlo. Ahora no tenemos nada.
—No entiendo. Si ninguno huyó, ¿quién se lo llevó?
¿A quién se habían llevado? ¿Dónde estaban? ¿Qué había pasado? Las preguntas empeoraron el martilleo en su cabeza y tuvo que llevarse una mano a masajearse por detrás. Entonces fue consciente de una pequeña que dormía a su lado. Eunjin, a pesar de que retozaba arrimada a su costado, no se había despertado con su abrupto levantar.
—Despertaste —lo sobresaltó una voz calma. Hongjoong miró hacia adelante. En el asiento del copiloto estaba Yeosang, vigilándolos. El mago consiguió enfocar a medias a la figura a contraluz.
—¿Todos están... aquí? —fue la pregunta urgente que salió de su voz escasa.
Yeosang no contestó. Hongjoong no supo qué cara puso tampoco, pero el rubio asomó la cabeza por la ventana y avisó a alguien más. Un pitido en su cabeza distorsionó las voces y los sonidos.
Alguien abrió la puerta de su derecha.
—Hongjoong —jadeó Urika asomada por el umbral—. ¡Por fin despiertas! ¿Estás bien?
—¿Qué pasó?
—¡Dímelo tú! Un huésped del motel te encontró inconsciente en las máquinas. Para cuando nosotros llegamos el recepcionista había llamado a una ambulancia, pero como habías dicho que nadie podía saber lo de la oscura, te tomamos y huímos antes de que llegaran los médicos. Además, Yeosang te revisó y dijo que solo dormías —contó la loba entre el alivio y los nervios—. ¿Qué te hizo? ¿De verdad estás bien?
Hongjoong recordó a la oscura y se llevó una mano al pecho. No tenía ninguna herida, ni siquiera su ropa estaba rasgada, pero todavía tenía una molestia en la zona. Si lo que decía Urika era cierto entonces no sabía dónde estuvo encerrado, ¿por qué lo devolvieron a las máquinas? No entendía nada. Tomó aire y se llevó una mano a la cabeza.
—Estoy... bien, creo... —Miró a la loba a los ojos— ¿Ustedes?
—Nos atacaron lobos del norte, Hong. Hirieron a Wooyoung y a los mellizos, y casi destrozan a Jongho.
—¿Dónde está? —murmuró el mago haciendo un esfuerzo por rodarse hasta la puerta, pero al levantarse un inteso mareo lo hizo tambalear. Urika lo sostuvo enseguida.
—Cuidado, ve despacio.
Con ayuda de la loba pudo ponerse de pie. La manada se quedó en silencio mientras Urika lo guiaba hacia la segunda camioneta, donde Jongho yacía en el puesto de atrás con el ceño fruncido y la cabeza sobre las piernas de Yunho, quien cada tanto refrescaba el pañuelo que el cobrizo tenía en la cabeza con el agua de una botella. El mago se percató de que varias heridas estaban cubiertas con un cataplasma pastoso y verde.
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Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}
RomanceYunara es la única universidad del reino que admite a todas las razas sobrenaturales que se han sumado al acuerdo civil. En su campus los aburridos y estudiosos magos, futuros eruditos, conforman la base de la pirámide de popularidad, mientras que l...