LIII ✹

460 106 114
                                    


Mingi llegó a la cabaña Song sin Urika y sin Wooyoung, pero nadie preguntó por ellos. En el lugar ya había demasiados problemas y cuestiones por considerar.

—No ha parado de retorcerse. Solo dice que le duele. Hemos intentado todo: antibióticos, masajes, sedantes... Nada surte efecto —explicó Sora mientras acompañaba a Mingi a la habitación donde Yeosang descansaba.

Decir "descansar" era sólo una forma de hablar, porque lo que realmente hacía el rubio era soportar una tortura silenciosa. Mingi pudo oler el dolor desde el pasillo. Antes de entrar, Sora le puso una mano en el pecho para advertirle:

—Mingi, Yeosang no es el mayor problema. Eunjin no despierta y su corazón late cada vez más despacio. Yeosang no lo sabe todavía, no hemos querido decírselo. Isabella está con la niña en otra habitación. Es Seonghwa el que se lo ha tomado muy mal. Está como loco. ¿Puedes tratar de calmarlo?

El alfa asintió una vez con la cabeza, sin que la premisa lo acobardara. Calmar a su manada era lo que había hecho desde el principio, y estaba dispuesto a sostenerlos por más difíciles que fueran las circunstancias. También estaba seguro de que Hongjoong aparecería. Todo estaría bien.

Sora abrió la puerta. Lo primero que vieron fue a Yeosang sentado en la cama, con la cabeza metida en un cubo. El lobo vomitaba. Cuando terminó, Mingi pudo ver su cara descompuesta, más pálida de lo que naturalmente era, con ojeras profundas debajo de los ojos y un sudor frío perlando su frente. Tenía un hilo negro escurriendo por su comisura, como si hubiera vomitado brea. En la habitación estaban todos los demás lobos. Seonghwa era quien más cerca estaba de él. El mellizo tenía un pañuelo en la mano que usó para limpiarle la boca. Pero, cuando el mellizo vio llegar al alfa, se levantó súbitamente.

—¿Dónde está Hongjoong? —preguntó con un rugido.

—Wooyoung y Urika lo van a traer —dijo Mingi con calma. Trató de tomar a Seonghwa por los hombros, pero el omega se zafó rápidamente—. Seonghwa, respira. Tienes el corazón muy acelerado, a este paso...

—¡Yeosang se está muriendo!

—No se va a morir, te lo prometo.

—Tú no lo sabes, Mingi. No sabes una puta mierda.

—Seonghwa, mírame —le pidió Mingi atrapando su rostro entre las manos. Podía sentir cómo ese lobo sufría como si le hubieran desprendido una parte del cuerpo. Estaba tan perdido que el ruido que venía de su canal era abrumador—. No te dejes ir. Ahora más que nunca necesitas mantener tu control.

—Lo que necesito es que Yeosang esté bien.

Seonghwa le sostuvo la mirada. Trató de respirar, pero su pecho se agitaba como un océano de tormenta. Sentía que una grieta atravesaba su cuerpo de los pies a la cabeza y no hacia sino abrirse con cada respirar que daba.

No podía calmarse.

No podía concebir la calma.

—Tú... ¿Por qué estás tan tranquilo? ¿No ves cómo está?

—Seonghwa...

—¿Por qué, Mingi? —rugió—. Es porque no lo sientes tuyo, ¿verdad? ¡Tú no lo sientes!

Mingi apartó las manos y contuvo un suspiro de exasperación.

—No vayas por ahí. Yeosang y Eunjin son...

El omega lo interrumpió con un gruñido ensordecedor. Seonghwa tenía la sangre hirviendo. Incluso si en su alma no quedaba un solo gramo de fe en los demás, el había vuelto a confiar como un imbécil, sólo para que acabaran de romperlo. A él y a la otra parte de su existencia, a lo único que podía complementar su alma rota. Estaba harto de perder, harto de sus propias grietas. No le quedaba nada. En ese momento no le importó que Mingi fuera su alfa, o que lo hubiera visto destrozar a otros con una sola mordida. Su propia rabia perdió la forma, su raciocinio se difuminó. Tomó a Mingi por la camiseta con todas sus garras y tiró de él con brusquedad. De su boca se asomaron unos cánidos largos que fueron directo hacia el cuello del alfa.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora