L ✹

451 105 94
                                    



La tensión en el salón de Han pesaba como la gravedad del sol.

Hongjoong batió sus prístinas pestañas en un parpadeo lento. Inhaló todo el aire que pudo para que dejara de temblarle la barbilla. Encontró a su derecha un portaretrato de Han y el padre de Mingi en lo que parecía una noche de copas. La fotografía era tan oscura que Hongjoong pudo verse reflejado en una esquina. Cerró los ojos huyendo de la imagen.

Seongjin dijo con asco en la voz:

—Hongjoong nos engañó a todos. Como Reese lo descubrió se inventó la mierda de la rama principal para que no sospecháramos de sus intenciones. Luego nos hizo creer que era nuestro salvador cuando todo lo estaba provocando él ¡Nos mintió en la puta cara!

—No, eso no es verdad —se defendió el acusado todavía con los ojos cerrados.

—Ahora no intentes...

—¡He dicho que no! —impuso el mago alzando la voz como nunca lo había hecho en presencia de lobos. Abrió los ojos y fijó su mirada en Seonghwa—. He hecho lo que querías, ahora me vas a escuchar —dijo, y al omega le chirriaron los dientes, pero no se opuso—. Es cierto que mentí sobre mi procedencia, pero no lo hice para engañarlos a ustedes. Renuncié a mi apellido de nacimiento mucho antes de conocerlos, ingresé a Yunara como un Gok. Los motivos son... complicados. Pero no tienen nada que ver con ustedes. Yo nunca les haría daño. Seonghwa, en el fondo tú lo sabes.

El aludido apretó la mordida. Sus ojos ardieron con algo difícil de leer.

Sora tomó la palabra:

—¿Es a ti al que vieron con Vasil?

—No. No tengo nada que ver con Vasil. Tampoco puede ser cierto que se haya visto con un mago albino.

—¿Cómo vamos a creerte? ¡Es que no entiendo! ¿Qué mierda tienen en contra de nosotros? Hay muchas razas en Yunara, ¿por qué nosotros? —espetó Seongjin.

Hongjoong se agitó. Parecía al borde de renunciar a la paciencia, pero la lastimera voz de Urika previno cualquier sobresalto.

—Hongito, ¿es verdad que puedes maldecir?

El mago la miró y su frente se frunció de pena. Tragó despacio. Todos lo vieron asentir con la cabeza. Wooyoung se atragantó con una exhalación, Seonghwa apretó los puños, Yunho se llevó una mano a donde alguna vez tuvo la ponzoña de los birrus. Urika fue la única que no se inmutó. Miró al mago a los ojos, aguardando con paciencia por una explicación.

—Pero no es lo que hacemos —dijo Hongjoong—. Lo tenemos prohibido como el resto de los magos. Nos dedicamos a lo contrario, a exorcizar. Cuando alguien denuncia la presencia de un mago oscuro, las autoridades se lo informan al Concejo, y el Concejo autoriza la llegada de un mago albino al lugar para que le de caza al oscuro. Es la única manera en la que un mago albino puede ejercer y el único motivo por el que salen de su territorio. Es lo que habría pasado si ustedes hubieran acudido a la Alianza. Por eso lo de Vasil es imposible. —El mago sólo se dirigió a la loba rojiza—. Urika, te juro por mi alma que nunca usaría mi magia para lastimar a nadie, mucho menos a alguno de ustedes.

Ella tenía un semblante severo y sus labios marcaban una linea recta. Pero buscó y buscó en los ojos cenicientos del mago, hasta que un amago de sonrisa atribulada empezó a asomarse por sus comisuras. Abrió los labios para hablar, pero la voz desdeñosa de Seonghwa se le adelantó.

—¿Y Yeosang?

Hongjoong vio al rubio encogido en el sofá. El lobo del noreste evitó su mirada. Los labios del mago se trabaron. Se movieron como si fuesen a decir algo, pero al final se quedaron en el intento.

Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora