La mujer entró en la habitación ignorando al tipo de pie a un lado de la puerta. Se bajó la capucha del chándal negro que llevaba puesto. Dejó ver una tez pálida y un cabello negro como el alquitrán, junto a algunas arrugas de expresión que los años y la mala vida habían acentuado. Sus ojos rasgados miraron el desastre que ya había escuchado desde el pasillo: Había un licántropo pegado a la pared, inmovilizado por una fuerza invisible. Soltaba rugido tras rugido, el siguiente más furioso y roto que el anterior. Trataba de forzar sus extremidades fuera de esa cárcel intangible, al borde de la dislocación, y tenía la mirada empañada. El esfuerzo para resistir a su situación había marcado venas en su frente, en su cuello y por sus brazos.
Era un cuadro de ira y desesperación.
—¿Por qué está así? —preguntó ella—. Te dije que tuvieras cuidado. En el estado en el que se encuentra no sé lo que pueda pasar con él si lo presionas demasiado.
—Solo le he dicho que mire el pasado, y no sé que ha visto, pero lo ha puesto como loco —respondió Azrael con indiferencia.
El celestial ocupaba una silla a un metro de Mingi.
—¿Ha dicho algo? —preguntó la mujer.
—Balbuceos sin sentido.
—Tienes que calmarlo o lo vas a romper sin haber obtenido nada.
Azrael chasqueó con la boca. Se levantó y se acercó a Mingi.
—Mingi, sigue mi voz. Haz un esfuerzo. Me estás haciendo perder la paciencia, y tú no quieres hacerme perder la paciencia. —El celestial no obtuvo más que rugidos. Mingi estaba presente en cuerpo, pero su mente torturada y difusa había viajado muy lejos de ahí. Azrael chasqueó con la lengua y enderezó la postura. Se guardó las manos en los bolsillos— ¿Por qué las personas siempre me hacen proceder de las peores formas?
—Es tu culpa por empeñarse en tratar con seres irracionales. El mago te habría servido más que esto.
Azrael ignoró a la fémina. Abrió la puerta, se asomó al pasillo y se dirigió a los hombres que custodiaban la puerta.
—Tráiganlo.
Unos segundos después, el guardia regresó para arrojar a sus pies a una persona maniatada. Azrael le quitó la capucha que le cubría la cabeza y los ojos furiosos de Seonghwa lo miraron con un gruñido bajo. El mellizo tenía la cara golpeada y a saber cuánto más.
—Lo siento, este no es el trato que yo quería darles, pero no me han dejado otra alternativa. No sé planeabas escabulléndote así, pero ahora te voy a dar la oportunidad de ayudar de verdad a tu alfa. ¿Vas a escuchar?
Seonghwa pronunció su gruñido, pero un potente rugido, tan familiar para él, robó su atención. Desesperado giró la cabeza y vio a Mingi. Lo encontró tan fuera de sí que el susto se le atoró en la garganta.
—Mingi —jadeó, y aun con las manos atadas por detrás de la espalda se incorporó como pudo para ir con él—. ¿Qué le has hecho? —preguntó con un hilo de voz.
—Consigue que se calme y podremos hablar como personas civilizadas. Si hubieramos podido entablar una conversación desde el principio, las cosas no habrían tenido que llegar hasta este punto.
—Mingi —murmuró Seonghwa en voz baja, como tratando de que sólo Mingi lo escuchara—. ¿Me oyes? ¿Qué tienes? —Pero Seonghwa sospechaba que Mingi no iba a responderle. Era imposible que el alfa pudiera verlo a través de la bruma blancuzca que tenía en los ojos. No miraba hacia ninguna parte—. Yo no puedo calmarlo, yo no...
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Don't Lose Your Grip on Love {Minjoong}
RomanceYunara es la única universidad del reino que admite a todas las razas sobrenaturales que se han sumado al acuerdo civil. En su campus los aburridos y estudiosos magos, futuros eruditos, conforman la base de la pirámide de popularidad, mientras que l...