MI HISTORIA LXVII
Atravesar un puente de escombros y llegar a un estanque interno, dónde el oráculo permanecía en silencio y en medio del agua meditando y esperando, a la persona de la profecía.Atravesando la cueva oscura que doblaba a la esquina de este lugar aguardaba un túnel descendente, debíamos bajar por él, con cuidado de no caer y resbalar para rompernos la cabeza, luego estaríamos en el camino correcto que nos llevaría a dos túneles, dos túneles parecidos, pero cada uno llevaba a un lugar distinto y uno de ellos llevaba a Alethea, la oráculo.
Por momentos y cuando empiezo a recordarlo, surge la idea de que en algún punto mamá está viéndome, esta conmigo, pero no puedo verla y quizás nunca más lo pueda hacer, pero el solo hecho de pensar en esa posibilidad me llenaba de mucho anhelo, porque fue mi madre quién estuvo conmigo en todo tiempo, fue ella quién lograba rescatarme cuando me sentía pérdida, a menudo tenía la preferencia de pensar que en cualquier esquina diera podría ver a mamá, tal vez como una ilusión, tal vez escuchar su voz, tal vez solo verla de espalda, pero era un anhelo que persistía, aunque no fuera real, el anhelo mezcla tantas cosas en tu ser, que difícilmente las personas conocen quién eres en ese momento, te ven de una forma distinta, tal vez apagado, tal vez agresivo, pero es lo que anhelar te produce, cuando sabes que nada sucederá porque sí, cuando saber que el anhelo depende de realizar algo por ti mismo, pero ¿qué pasa cuando no puedes hacer nada por ese anhelo, ese deseo?
Tú mundo se apaga.
Pero, este no era el caso, porque el mundo de Ezio volvía a encenderse, cuando escogimos el túnel derecho que nos llevaría a un puente de escombros, un lugar donde solo había una ancha cinta de roca tendida en un posible abismo, porque estaba oscuro, tan solos había una antorcha que guiaba el frente, pero cuando el anhelo existe y es posible hacer algo, la esperanza de fortalecer y te hace tomar valentía de donde no pareces tener, de donde no creías ver y despiertas una perspectiva distinta, tu corazón se acelera, tus pies no tropiecen o lo hacen pero te recompones, tus manos empiezan a temblar por sentir a esa persona, tus ojos divagan por el lugar para encontrar a esa persona frente a ti. Entramos por la última cueva que quedaba, minutos antes vi a Ezio, un Ezio agitado, un Ezio con el ceño fruncido y con el pecho levantado, un Ezio que reavivó sus esperanzas de golpe, que despertó lo que era tan pronto, pero que por todo extrañaba a la Alethea que lo crió, que lo cuidó.
El anhelo es la esperanza de lograr o conseguir vivir determinadas situaciones que a uno le podrían generar alegría, placer, felicidad o satisfacción pero que todavía no son realidad.
La oscuridad me nublaba la vista, pero la luz de la fogata la amoldaba vagamente, aún así Ezio fue el primero en ir siempre, caminaba frente a nosotros, pero temía en cada paso, Nico y yo estábamos tras de él, ahora sabíamos por quién estaba aquí Alethea y posiblemente esto no sería nada bueno, el hecho de que Eris, la diosa de las discordia la tuviera encarcelada no representan buenas noticias, pero aún así nadie decía nada, para no preocupar a Ezio.
Nuestros pasos formaban ecos en el pequeño túnel y el agua que corría por las paredes era muy fría, era fácil deducir que esta agua había sido bien conservada— hay un estanque aquí dentro —deduci tocando el túnel con la mano derecha completa y sintiendo la pared fría.
— seguramente —Percy me respaldó tras de mí.
Y una tercera voz se oyó, muy lejos de nosotros— ¿Ezio? —y mi corazón dio un vuelco, cuando vi al chico tirar la antorcha principal al suelo y verlo correr al fondo del túnel con tanta velocidad que desapareció de mi vista, quise correr, pero Nico me detuvo.
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PERSEA FORKS © - La Gracia de Artemisa
FanfictionCuando Persea Forks vive con su madre y sin problemas, lejos de la vida ajetreada de la ciudad y demás ocupaciones, su madre Lily, le guarda secretos de su padre. Lyra mantiene la idea de que su padre nunca apareció porque decidió vivir su vida inde...