MI HISTORIA XXIII
PERSONA OMNISCIENTE
Donde las olas chocan con la arena y donde el mar canta a gran voces, mientras su olor a sal inunda la presencia y da tranquilidad, allí yace una mujer de hermoso cabello chocolate, mirada imperante y una sonrisa que no salía de su rostro, lleva el la luna dibujada con oro en su pecho y sonríe saludando al mar con respeto, el ocaso está llegando y ella ya puede sentirlo.
Su cabello se mece al ritmo de las olas, con el viento a su favor.
Y él la ha estado espiando durante un largo lapso, pero no podía hacerlo pos siempre, ella sonríe porque sabe que él está ahí. Los pasos de aquel hombre se hundían en la arena a medida que se aproximaba con mucha tranquilidad, regresaba a casa después de tanto tiempo. Pero tenía curiosidad por ella aquí.
— Artemisa, sino lo viera no lo creería —sus palabras eran gruesas en sus labios, pero amables y sonrientes.
La mujer aún permanecía con la mirada en el ocaso, aunque ya se había revelado su identidad, ella correspondió a su comentario— visitarte no me da placer creelo —
El hombre fingió dolor y tomó su pecho con dolor— mi... mi sobrina... no me quiere —Artemisa, la mujer que ocultaba su identidad a la orilla del mar sonrió negando con su cabeza— vamos Artemisa, ¿qué quieres? ¿a qué has venido? —y aunque su relación no era mala, aún así debían cuidar sus espaldas. El mundo que habían creado y sus alianzas eran cada vez más peligrosas.
Y ahí en las penumbras que se aproximaban a ellos, en las estrellas que alumbran el firmamento y las olas que habían cesado, Artemisa buscaba las palabras para hablar con él sobre lo sucedido.
— haces un gran trabajo con los mares —recompensó ella aún en su duda— no cabe duda que se te da genial ser llamado el dios de los mares, Poseidón —y entonces finalmente los pies de Artemisa fueron girando hasta quedar frente a él.
Sus miradas fueron estrellas fugaces atrapadas en cuerpos que se encontraron con una gran contención. El ahora Poseidón suspiro y negó con su cabeza— aún siendo humana tu belleza no creo que se iguale a ninguna —compensa su halago con una sonrisa galán, pero Artemisa no estaba interesado en ello.
— siempre tan coqueto Poseidón, si Afrodita llegará a escuchar tus halagos habría nuevamente otra discusión en los aposentos Olímpicos —Poseidón hizo oídos sordos y volvió su mirada al mar.
— tengo muchas cosas que hacer, así que sino vienes a decirme algo, será mejor que vuelva al mar —por consecuencia Poseidón se estiro y sonrío en su dirección, una vez hecho, Poseidón guiño un ojo sonrió triunfante y estiró sus manos.
La transformación de aquel hombre fue muy vigorizante para él, dejando de lado sus sandalias y su camisa hawaiana, sus pantalones jeans desgastados y su gorra, el agua lo fue abrazando poco a poco hasta terminar ahogando en ellas.
Artemisa solo vislumbraba como el sol era tragado poco a poco por los límites del mar, donde la magia del dios sol desaparecía y donde Nix volvía a tomar posesión sobre los cielos.
Los pies del gran Poseidón se vieron poco a poco y el hombre que antes era, había desaparecido y ahora mostraba a un esbelto dios de de armadura plateada y falda romana de igual color, con una enorme túnica aparentaba las olas del mar y descendian como cargadas por su espalda, su armadura era semejante a los reflejos del mar con la luz del sol y su cabello era igual a un monton de algas de color chocolate, con su barba a conjunto y un tridente que tomaba forma en su mano derecha y brillaba con gran intensidad. Ahora el hombre convertido en un dios, caminaba en dirección a él mar, dónde la orilla le recibían con honores y el viento le movía su melena y capa que hacía conjunto con el agua que la tomaba por la punta.
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PERSEA FORKS © - La Gracia de Artemisa
FanficCuando Persea Forks vive con su madre y sin problemas, lejos de la vida ajetreada de la ciudad y demás ocupaciones, su madre Lily, le guarda secretos de su padre. Lyra mantiene la idea de que su padre nunca apareció porque decidió vivir su vida inde...