PERSEA FORKS - Intercambiando historias

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MI HISTORIA L

PERSEA FORKS

— al menos la marea ha descendido —

No recordaba nada, más que el olor del mar y la tristeza que me estaba amargando, me sentía en la profundidad del mar, sola y sin nadie, después de querer estar con Nico Di Angelo y protegerlo de los cíclopes, recuerdo una ira inmensa, pero no recuerdo lo que hice, ni a quienes herí.

— casi los hundo —masculle con recelo. Pero Nico me relató todo y sin falta de detalle y todo lo que decía me parecía real, porque era justo lo que yo estaba sintiendo, cómo poco a poco el mar me iba consumiendo y también a ellos.

Ahora no podía dejar de pensar en que todos me odiaran por ello.

Pero Nico hizo una mueca con su rostro, una que me decía que "exageraba" cuando él mismo utilizó en su narración la palabra "cubiertos de agua" y la expresión "creí que moriría como las personas que quedaron en el Titanic"

— tú lo viste —dije con enojo— tú mismo lo dijiste —

— ya, ya —pero le quito importancia y me dio dos palmadas en la cabeza— no te preocupes, ya pasó, estamos bien, fuera de peligro —pero si veías el barco, te dabas cuenta que realmente estaba mintiendo.

Porque todo estaba fuera de su lugar, el piso estaba muy resbaloso, alguno que otro cargamento término en el mar y los hijos de Ares buscaban la forma de traerlo de nuevo, los hijos de Afrodita se encargaban de limpiar el suelo y sacar el agua estancada, los hijos de Némesis, como los había llamado Nico Di Angelo, eran los nadadores, quienes buscaban las cajas y las devuelven.

Y aunque yo quise hacerme cargo de mis acciones y buscar todo y volver el barco a la normalidad, los hijos de Ares quienes eran dueños de la embarcación, se negaron por completo, dijeron "es suficiente con lo que has hecho" y era claro que se referían a todo el desastre y a que casi los mato.

Nico me alejó del frente y me llevó a la punta anterior del barco, donde nos llevábamos solo la calma del mar, aunque no había olas, ni sol, solo nubes opacando todo y el frío en su máximo esplendor y el sentimiento de que había hecho algo mal, también estaba ahí.

Pero también Nico Di Angelo estaba aquí, sonreí, porque cuando me sentía en agonía, el mar me susurró la voz de Nico Di Angelo y su canción, de pronto las olas ya no me pegaban en el rostro, sino que me envolvían en una paz y calor que no había sentido en mucho tiempo, tanto como el de mamá.

— gracias —admití.

— ¿por qué? —Sé que tal vez Di Angelo no pensaba en eso, pero yo sí y no podía dejar de pensar en eso, en su voz, ese idioma en el que había cantado.

— la canción —y cuando lo mencioné Nico alzó sus cejas con una expresión de sorpresa, pero al mismo tiempo de desinterés y suspiro.

— será mejor que no menciones eso —

Oculte una sonrisa y me acerqué a él— pero, era muy linda —

Nico se alejó y con una sonrisa de lado bajo su mirada y sorbió su nariz— sí, es linda, pero no quiero hablar de eso —

— la cantabas con mucho sentimiento —entonces me miró, sonreí.

Con una ceja alzada, descifró lo que quería— ¿no dejarás de insistir? —

— no —admití.

Nico miró a su lado, donde las personas se mantenían realizando los arreglos y volvió a mirarme a mí, desvió su mirada al mar y se apoyó en la pared del barco, entonces me contó.

PERSEA FORKS © - La Gracia de ArtemisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora