PERSEA FORKS - Somos iguales

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MI HISTORIA LXXX

Fue efímero, pero al menos tenía la respuesta de aquel suceso, una que Percy me dió con mucho entusiasmo, pues según sus palabras, era porque Poseidon ya me había reclamado.

Ahora era reconocida oficialmente como su hija y también significaba que debía sacar mis cosas de la casa de las cazadoras, porque ya no era bienvenida ahí y aparte de que no era correcto según Quirón.

En el camino a la cabaña de las cazadoras la soledad era mi compañera, tanto Annabeth cómo Percy se alejaron de mí con la idea de que debían prepararse cuánto antes, cuando quise volver mi mirada a Nico y Jasper, ambos habían desaparecido y Grover también.

Era como si se hubieran esfumado después de haberse arrodillado por mí.

Quirón no me dirigió más la palabra, pero una sonrisa mediana lo compenso.

Los guerreros que veía me saludaban o me daban comentarios aceptando mi puesto y también mi aparente "coraje contra Eris" que no fue más el impulso de mi corazón roto y la venganza por mi madre.

Una de las chicas me gritó: "¡Nada mal para ser una principiante, hija de Poseidón!"

Otro chico dijo: ¡Ey, hija de Poseidón, la próxima vez que estemos en mar procura no hundir el barco!" y rió mientras se alejaba de mí.

Y antes de entrar en la cabaña, otro chico me vio impresionado y comentó: debimos suponer que era la hija uno de los tres grandes, ningun semidios está tan demente como los temibles hijos de los tres, hija de Poseidon"

Parecía que ahora no tenía un nombre y era más bien determinada con la frase: "Hija de Poseidón"

Terminé llegando a la cabaña y metí mis cosas a mi antigua bolsa, agradecía que no hubiera traído mucho, el dinero aún me era suficiente para volver a casa, no podía evitar sentir que la cama en la que nunca dormí ahora de alguna extraña forma la recordaría, la cabaña de las cazadoras fue un refugio extrañamente silencioso y mis primeras disputas fueron aquí con la hija de Zeus, quién lo diría.

Ahora iría con mi madre, le daría su despedida como se la merecía y me tomaría unos días para procesar la situación, tal vez me tomaría mis días para despedirme de casa y finalmente volvería.

Después de todo, el campamento media sangre ahora era mi hogar.

Cruzando el pasillo de los cuartos, me daba alivio en cierto modo que las cazadoras no estuvieran aquí para reñirme, porque si lo estuvieran, seguramente sería difícil salir de aquí sin una pelea.

Saliendo del pasillo, se encontraba la sala donde todas las cazadoras se reunían y dónde la salida también se encontraba, la mesa llena de planos y los libros que Quirón me había dado para instruirme en el mundo griego, los guarde en la bolsa de igual forma, pero ya no cabían muchos, aún así hice mi último esfuerzo, deseando que mi bolsa fuera como la de Nico, amplia, pero cuando el primero no cupo, me di cuenta que ni el segundo lo haría, me rendí consciente de que no podría llevarmelos así que intuí que los devolvería a Quirón y cuando volviera los buscaría en la casa grande.

Estaba dispuesta a irme, mis nervios se habían calmado, pero no podía evitar sentir que mamá sería despedida sin su familia, todo el tiempo que estuvimos juntas dije que mamá y yo éramos la familia, pero ¿cuántas tormentas paso sola? cuando yo siquiera fui capaz de ayudarla, mamá se alejó de su familia por mí y ahora que ella se despedía de este mundo, no tendría a nadie más, eso me llenaba de culpa.

La puerta fue tocada de forma demandante y fruncí mi ceño, acudí a la puerta con los libros en mano extrañada por ello, pero cuando fui capaz de girar la perilla creyendo que sería un extraño a la cabaña, la mirada grisesca de Thalia me hizo retroceder mis pasos para darle paso.

PERSEA FORKS © - La Gracia de ArtemisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora