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Como cuando me besabas, y yo inocente, ignoraba la cantidad de felicidad que nos envolvía y abrazaba. Aquella misma que se desvaneció sin más un día cualquiera de abril. Y a la que a día de hoy le sigo buscando la pista. Por si aparece de nuevo, aunque sea en otra boca, pero con las mismas promesas. Tu me besaste como nunca antes, ni después, me han besado la boca, el alma, y los sentidos. Tu media sonrisa a mitad del beso, tus pupilas clavándose en las mías, tus manos apretando mis caderas con fuerza. Y de fondo el mundo cerrando el telón, dejándonos a oscuras en nuestro propio rincón de paz. Que maravilla era alcanzar el cielo a través de tus labios. Viaje sin escalas al infinito. La magia que desprendía tu amor, que me hechizó de por vida a ti. Que placentero era oír tus gritos de placer rebotando contra las paredes de mi habitación. Dulce melodía, sin igual. Añoro en ocasiones que en tormentas de pasión deshagamos las olas del mar de mis sábanas, y arrastrado por la marea acabe en tu cuello, prometiéndote que siempre seré tuyo, y que tu serás mía otro "infinito " más. Un "nosotros" que ni el tiempo borrará. Y es que tu, mi pequeña princesa, fuiste de esas personas que pasan una vez en la vida. Supiste ordenar mi pequeño desastre, y enamorarte más tarde de el. Junto a ti puse en orden todos mis sueños. Siento decirte que desde que no estás el desorden vive en mi. Se acumulan el polvo y las telarañas en mi corazón. Abandonado lo encontraste, y abandonado lo dejaste. Y es que mi amor, debes de comprender que no existe mejor poema que tu desnudez abrazada por mi amor en una noche de invierno. Y que por muchos versos que escriba, ninguno será capaz de narrar lo que tu y yo vivimos. Y lo mucho que te extraño en días como hoy.

Poesía para días grises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora