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Son las 12 de la noche de un viernes cualquiera. No me apetece ir de fiesta, ni ofrecer besos de alquiler a la primera que intente ocupar tu lugar o llenar mi vacío durante un rato. He vuelto a casa, para escribirte esto que ahora lees, y joder, no la recordaba tan vacía, ni tampoco con tanto silencio. Hace frío, supongo que será consecuencia directa de que hace mucho que no me abrazas. Suspiro con desgana, "mañana será otro día", digo muy bajito, mientras me dirijo al primer espejo que veo. Me observo en el con las manos heladas de no agarrar las tuyas, los ojos rojos del humo del tabaco y de todas las promesas que nunca cumpliste, los labios secos del viento y de los besos que hoy me apetecía darte, y una extraña sensación de vacío en el pecho que no he podido llenar esta noche con ningún vicio. Retiro mi vista del espejo y vuelvo a suspirar, "mañana será otro día" me repito a mi mismo, como si eso fuese algo bueno. Como si mañana fueras a volver, como si mañana te fuese a olvidar. Me dirijo a mi habitación y me tumbo en la que era nuestra cama. Aún parece que huele a ti. Sigo sin acostumbrarme a que la cama me parezca tan grande sin ti. Con el brazo te busco torpemente por el lado izquierdo de mi cama. Pero no encuentro más que ausencia y mi móvil. Tampoco encuentro mensajes tuyos en mi móvil. Ya hace tiempo que no hablamos. Hace tanto tiempo que ya ni cruzamos las miradas. Eso me hace pensar en lo que estarás haciendo ahora mismo. Tal vez estés pensando en mi en tu cama. Tal vez estés en whatsapp, con nuestra última conversación abierta, pensando en hablarme para escribirme sobre todo eso que el orgullo te impide decirme. Para contarme que esta noche me has buscado por todos los bares y no me has encontrado en el fondo de ninguna copa, tampoco en los labios de otro. Que eso te ocurre desde hace ya mucho. Que en eso se resume tu rutina. Que estás cansada de perder el tiempo, de no tenerme. Quizás cierres la conversación y apagues el móvil, tal vez el orgullo te vuelva a poder y te vayas a dormir, que suspires al igual que yo, y puede que antes de cerrar los ojos pienses que mañana será otro día, que mañana al fin volveré, que mañana por fin me olvidarás.

Poesía para días grises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora