Ni el brillo de las estrellas en la noche más clara se puede comparar al brillo de tus ojos. Ni la luna es capaz de rivalizar en belleza con tus pupilas. Mirada de terciopelo. Capaz de acariciar todos mis deseos en las noches más frías. Esas que congelan los labios que no son besados. Esas que hacen escarcha de todos los sueños que por miedo no cumplimos. Esas en las que no encuentro lugar más cálido que tus brazos rodeando mi cuello; y tus manos jugando a besar a caricias mi cara y mi pelo. Me pierdo en el mundo que hemos creado a base de besos. Ese mundo que otros intentan derrumbar en vano. Tal vez el mapa de tus lunares me indique como salir. O como fingir que no ando perdido. Fingiendo que quiero buscar una salida, para entrar y perderme de nuevo. No he visto acto de fe más sincero que mirarte a los ojos a sabiendas de que posiblemente muera de amor. Si es que solo tu nombre es poesía. No sé, te eché de menos incluso sin conocerte. Como si siempre me hubieras faltado. Ojalá que nunca vuelva a sentir el invierno en mi piel que provoca tu ausencia No se si te habrás dado cuenta de que si lloras, no solo se nublan tus ojos de tristeza. El cielo se cubre de nubes. Y el sol se esconde. Dice que se niega a no dejarse iluminar por tus ojos. Que sonrías. Y que sea pronto. Odio esos momentos en los que no puedo hacer más que secar tus lágrimas. Muero un poquito cada vez que una lágrima decide manchar tu rostro de pena. Estás más guapa vestida con una sonrisa de esas que son capaces de eclipsar al mismo sol. De esas de las que yo me enamoré de ti. Sonrisa de primavera. No me prives de tu esencia. Sonríe, y hazlo con mi nombre tatuado en ella. Demostremos que todos esos se equivocan, y que lo nuestro va más allá de la felicidad.