Y nuestra vida siguió como las cosas que no tienen mucho sentido, sin ningún porqué, simplemente seguimos con la inercia de nuestro magullado orgullo, sin preguntarnos que es lo que perdíamos, a donde íbamos, mucho menos con quien, o a quien dejábamos por ese camino que abandonamos, ese al que inevitablemente no podemos evitar echar la vista atrás cuando más duelen las cicatrices que aún conservamos. Seguimos a pesar de todo, sobreviviendo a todo nuestro pequeño gran desastre, fingiendo que jamás llegamos a conocer hasta los miedos más profundos del otro, que nunca nos besamos, que mis dedos jamás recorrieron tu espalda dibujando corazones, y que incluso no hubo una vez hace no tanto donde compartimos planes de futuro desde el mismo colchón. Y si, la vida seguirá después de esto que te escribo, volveremos a enamorarnos -o sentiremos algo parecido y querremos llamar a eso amor-, a comernos la cabeza hasta las tantas por alguien, a querer dar nuestro corazón nuevamente por otra persona, pero nada será igual. Pasarán más bocas por nuestros labios, más dedos por nuestras espaldas, más promesas de futuro por nuestras camas, y todo nos sabrá a poco. La vida seguirá como hasta ahora, sin sentido, sin pausas, y dejará unas hermosas cicatrices donde alguna vez hubo heridas que sangraban por los dos. Y puede que sin ningún porqué el destino nos cruce de nuevo, tal vez mañana o dentro de un mes, quizás dentro un año, puede que incluso después de toda una vida. Y allí estaremos, por esa calle donde siempre te agarraba con más fuerza de la mano. Pero esta vez ya no te llevaré a ti de la mano, tal vez lleve a otra chica, incluso puede que a ti también te lleve de la mano otro chico. Y que extraño será vernos. Tan solo imagina delante tuya todo eso que siempre quisiste pero que ya nunca será. Supongo que eso es lo más jodido, que otros acaben ese final que nos debemos, que ni tan siquiera nuestras miradas se crucen por miedo a lo que se puedan decir casi sin querer, que giremos la cabeza fingiendo que no nos duele que sean otros lo que cumplen nuestros sueños, que nos da lo mismo que sean otros los que escriben a besos los finales que jamás quisimos que acabasen.