40:

131 8 0
                                    

Ya no dueles cada vez que te recuerdo, o al menos ya no como antes. Ahora te recuerdo con una sonrisa en la boca, esa misma que me regalabas cada noche en tu portal. Lejos quedan esas lágrimas de aquella amarga despedida. Que borrosas se ven aquellas discusiones tontas llenas de celos y orgullo. Que lejos aquel invierno. Con cariño recuerdo hasta tus defectos. Y es que prefiero quedarme con lo bueno que viví a tu lado, de poco me sirve recordar lo malo si aún con ello me hacías feliz. Por eso hoy te quiero escribir algo bonito, algo sincero, algo que de verdad sienta. Y es que he sido un cobarde todo este tiempo, negando una oportunidad más al amor de mi vida. Que bonito hubiera sido equivocarme el resto de mi días a tu lado. Quizás debí dar más de mi cuando volviste a mi vida, o incluso debí retrasar tu regreso o aquel beso. Pero que maravilloso fue tener de nuevo la ilusión por ser el dueño de tus caderas. Hoy vengo a brindar por el amor que perdimos. Hoy te vengo a devolver todo lo que me diste, aquellas pinceladas de color y felicidad que le diste a este ser tan gris y triste. Olvida aquello que te dije, ni tu fuiste tan mala, ni yo tan bueno. Yo tampoco cumplí todo lo que te prometí, por eso hoy te dejo un verso triste por cada promesa que rompí. Olvida todo el rencor acumulado, y aquella tenue tentación por jodernos de nuevo la vida intentando lo imposible. Tal vez no te esperé lo suficiente, puede que no llegáramos nunca a tiempo ni para pedirnos perdón. Sin embargo siempre nos quedará mi habitación y tu portal. Siempre nos quedará el frío de enero, que hacía que por impulso te abrazara por la espalda, posando mis besos en tus heladas mejillas. Siempre nos quedará aquel verano donde nos conocimos. Siempre nos quedará aquella canción que te susurraba al oído después de hacernos el amor. Siempre nos quedará ese último café pendiente, las ganas de una última vez, y aquella primavera donde pusimos puntos suspensivos a nuestros corazones. Siempre nos quedará nuestro triste orgullo de querer pagar con tiempo y promesas de nuevas oportunidades las deudas del corazón. Perdón por ello, por el daño que yo también te hice, y por no rendirme al amor cuando el destino obligaba al orgullo a apartarse para darnos esa nueva oportunidad. Que no se te olvide en ningún insomnio que mis cicatrices llevan tus iniciales, que siempre te recordaré por lo que fuiste y por lo que quise que fueras, y que de corazón te digo que quiero que seas feliz, aunque ya no sea conmigo.

Poesía para días grises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora