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Día no sé cuántos sin ti:

Abrí los ojos y te vi frente a mi, indiferente del mundo que te rodeaba. Estabas sentada a solas viendo el ir y venir de la gente mientras el sol de invierno te calentaba la cara. Estabas como solía recordar; tan guapa que era casi imposible no enamorarse de ti o querer que me volvieras a besar los miedos. No me dio tiempo a decírtelo, pero casi se me sale el corazón del pecho al volver a verte. Me puse de los nervios y sin saber a donde iba y tampoco de dónde saqué ese valor necesario para sentarme a tú lado. Tú te limitaste a mirarme y con una sonrisa me dijiste que llegaba tarde. “¿Tarde?", te pregunté. “Llevo mucho esperándote aquí", dijiste con la misma sonrisa que hacía tanto que no me regalabas. No te supe decir nada por culpa de esos nervios, y al mirarte más de cerca vi que llevabas esa sudadera mía que tanto te gustaba. Te miré a la cara extrañado, entonces tú me cogiste de la mano y sin mirarme directamente a los ojos me dijiste que me habías echado de menos. Yo solo supe guardar silencio mientras pensaba que si todo eso que estaba ocurriendo era un sueño; despues de tanto creía que sería imposible volver a estar así contigo. Fue ahí cuando me miraste a los ojos como hacía ya mucho que no hacías, me apretaste más fuerte la mano y volví a sentir lo cálido y suave de tu piel. Tú volviste a sonreír, así que me dejé llevar por tu magia y te besé. Ya casi había olvidado que se sentía al besar tus labios, y no sabes qué bonito fue recordarte así de nuevo. Te volví a mirar a la cara después de ese beso y observé como tenías los ojos llorosos, solo me dijiste que lo sentías pero que te tenías que ir ya, yo te dije que también te echaba de menos y cerré los ojos mientras te abrazaba fuerte, más fuerte que nunca, en un intento en vano de no dejarte ir a la vez que de fondo sonaba algo desagradable. Volví a abrir los ojos, todavia olía a ti y aún sentía tu pecho contra el mío en ese abrazo, pero tú ya no estabas. Ya no estabamos en ese banco, sino en mi cama, y en tu lugar solo estaba la sensación de que todo había sido real y el despertador sonando a las 7:22 de la mañana.

Poesía para días grises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora