Quizás sea mejor ignorarse, rendirse. No volver a tener una conversación en la que inevitablemente hablemos de lo que fuimos. Y de todo lo que ya no seremos. Simulando que ahora somos amigos, como si nunca te hubiera hecho el amor. Que camuflemos en indirectas nuestras ansias por volver a enlazar nuestros labios. Que hablemos de como nos va, y negarnos con orgullo que sin nosotros simplemente nos va. Que tan solo intentamos sobrevivir el uno sin el otro. Que la rutina nos quema el corazón. Que no hay día que no miremos al cielo pensando que estará haciendo el otro. En que boca estará durmiendo los segundos que aun nos pertenecen, y en que cama silenciamos a los recuerdos que nos gritan aquellos "te amo" que tantas veces nos susurramos. Tal vez sea mejor dejar de esperarnos, y que el destino nos llevé por otros caminos. Por otras caricias. Por otros labios. Por otras camas. Pero duele tanto. Ya nunca más te podré abrazar por la espalda, mientras tus pelos se enredan en mi cara, y tu te ríes de mi torpeza. Ya nunca más te podré decir lo guapa que estás después de hacer el amor. Nada de quejarme del sabor a cigarro de tus labios. Nada de dejarte mis sudaderas. Nada de llevarte a la playa. Nada de pasear en pleno enero de tu mano. Nada de hacer la cena juntos. Ya no volverá esa felicidad. Y es jodido. Porqué no hay mañana en la que inconscientemente miré el móvil buscando algún mensaje tuyo de buenos días. Pero supongo que otro ocupará ahora mi lugar. O al menos lo intentará. Tan solo espero haber dejado un vacío tan grande en ti, que en tu vida puedas llenar. Algo parecido a lo que yo siento. Eternamente. Sin ti.
