Este texto va por aquel beso que jamás te di. Por el que tu nunca me diste. Por el que faltó en nuestra despedida:
Cerré los ojos para no verte marchar, para ignorar que se me escapaba la vida a cada paso que dabas. Sigo con los ojos cerrados, cegado para no ver que ya nada es como antes, que el tiempo pasó y nos cambió. Y que tu recuerdo fue el bálsamo al que me aferré todo este tiempo, deseando cambiarlo para así poder dar marcha atrás en cada error que cometí. Que poco queda de mi sin ti, más ahora que muero pensando que aquello fue un "adiós" y no un "hasta pronto". Me quedé sin dormir tantas noches para intentar cumplir tus sueños, que lleno de insomnio solo me queda esperar a que amanezca de nuevo, deseando que esta vez despiertes junto a mi. Eso de olvidarte lo dejaré para otra vida. Como las ganas que tengo y que no pierdo por besarte, por quedarme a tu lado otro invierno más. A veces me beso las heridas con la esperanza de que vuelvas. Pero esta herida necesita de 100 años sin ti, o de una última vez a tu lado para curar. Me duele que ya no llenes mi vacío, que ya no sepa nada de ti. No sabes lo que echo de menos que abroches el último botón de mi camisa, que mi almohada huela a tu pelo, que me lleves de tu mano a perderme por tu sonrisa. Eres ese pasado que no quiso ser mi futuro, ese que no me necesita, al que le se agotó la ilusión por pecar de inexperiencia en cada "te amo" que me dijo. Espero que siempre recuerdes nuestra historia, mi voz, el amor y el tiempo que te regalé. Que jamás olvides que pudiste quedarte, que esperé tu regreso, que te sigo esperando, y que nadie te querrá como yo te he querido.