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Mientras que el tiempo y tu olvido pasan rápido, despacito yo voy muriendo entre versos y melancolía vestida de poesía. Cada letra envasada del tibio rastro de tu aroma besa mis cicatrices con la ternura de aquel primer "te quiero" que me regalaste. Te escribo desde este tintero, negro como el futuro que me aguarda ahora que tengo la certeza de que perdí el corazón en tus labios. Me llenaste el cuello de besos en el ocaso de aquel invierno en tus sábanas, carente de ellos hoy me encuentro vacío de la esencia de la felicidad que se quedó vagando en tu colchón, esa que te llevaste en tu maleta en nuestra amarga despedida. Aquella felicidad transcurrió tan fugaz como para recordar a que sabía en mi boca, breve como el sol de invierno que nos acariciaba la cara y nos calentaba la piel en aquellos paseos desde tu mano hacia el infinito, donde te prometía bajar la luna y las estrellas cada noche al cielo de tu boca. Amor o despecho, ya nada importa. Buscando atajos hacia tu olvido me tropecé con tantas piedras que acabé por amar cada caída y cada herida. Hoy soy cicatrices, humo y cenizas de cada error que cometí. Mi alma es el cenicero donde reposan las cenizas de todo lo que fuimos, de todo lo que me hiciste sentir, desde que te hice el amor por primera vez hasta que de por acabado este montón de versos torpes, llenos de segundos de tristeza, de días de lluvia, de desamor, con el pecho abierto de cuando me arrancaste el corazón. El resto del dolor lo perdí en otras camas, no abrazaban, ni tampoco me saciaban las ganas de jodernos de nuevo, pero al menos te podía olvidar por un rato. Son minutos donde encontré alivio en otros brazos, pero no la salvación de esta alma que va rodando cuesta abajo y sin frenos. Sacrifiqué tantas horas buscando tus besos en bocas sin infinitos que prometer, sin amor, sin ti, que las manecillas de mi reloj ya se dieron por vencidas. Estoy perdido en la inmensidad de mis pupilas dila, con tan solo una canción sonando de fondo y un cigarro en el bolsillo. Por lo pronto haz con mi corazón lo que quieras, ya no harás nada que me pueda doler más de lo hiciste. Ya lo peor pasó, y este camino que no se a donde irá solo sigue hacia adelante. Sin pasos que me acompañen. Ya solo queda olvidar, aunque no quiera, aunque no pueda.

Poesía para días grises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora