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Ojitos marrones que han llorado de alegría y de tristeza. Ojitos marrones enrojecidos por el humo insano del tabaco, y por todas aquellas promesas que no quisiste cumplir. Pero vida mía, que te voy a contar que no te haya escrito ya. La esperanza de que me leas se pasea entre mis versos de puntillas y en el más absoluto de los silencios cada vez que te escribo, aunque tu no seas capaz de apreciarla. No te tengo tan olvidada como pensaba, como tal vez deseaba, seguramente como recordabas. Que cosas más extrañas y bonitas nos depara aún el destino, ¿verdad? Te diría que es una broma de mal gusto, pero aún se me escapa un suspiro cada vez que pienso que lejos de mi aún quieres volver al montón de ruinas al que yo pertenezco ahora. Un corazón roto, pestañas sin sueños, abrazos resquebrajados, ilusiones maltrechas, y recuerdos punzantes tirados por el alma es todo lo que vas a encontrar en mi. Tengo la cara humedecida por un montón de lágrimas que jamás secaste, el lado izquierdo de mi cama congelado por todas esas tardes de invierno donde me faltabas entre las sábanas, y los nudillos rojos por pagar contra la pared la impotencia de saber que tus besos pertenecen a otro que ya no soy yo. Sigo siendo tan idiota y tan orgulloso como antes, solo que ahora lo llevo con algo más de dignidad. Es una de las tantas cosas que aprendí a la fuerza de estar sin ti. Ya casi no duele eso de tenerte lejos. El dolor que provoca perder al amor de tu vida es algo a lo que finalmente te acostumbras. Simplemente te acabas conformando con ver viejas fotos, con soñar con todo aquello que no volverá, con lo que jamás sucederá. Ojalá nunca sepas de que hablo. Y ojalá nunca lo leas. Pero si lo haces, ojalá que sea por cosas del destino, ese en el que tanto me hiciste creer. Ojalá te arranque una última sonrisa con estos versos tan tristes que te escribo. Y ojalá que por un leve desliz de tus sentidos imagines lo bonito de ser de nuevo todo lo que un día fuimos. Entonces sólo te pediría que abrazases a mi recuerdo como si me abrazases a mi. Con tan poco de ti me conformo ya, cariño.

Poesía para días grises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora