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Quizás por el miedo a perderte no supe tenerte. Siempre besaba tu boca con la agría sensación de no saber cual sería la última vez. Te abrazaba con el temor de que en otros brazos pudieras encontrar un lugar más cálido donde depositar todos tus sueños, y la parte buena de ti, que dudo que nadie más haya visto. Celos. Orgullo. El pasado. Todo valía si la excusa era nuestro temor a que llegase el fatídico día en que nuestras manos no se unieran más, y todo lo que fuimos, todo lo que sentimos, se perdiera como polvo en el viento. Siempre tuvimos tanto miedo a perdernos, que irónicamente todo aquello desembocó en una despedida. De esas en las que no se dice "adios", y cada uno toma un camino diferente, con un trocito del corazón del otro en cada mano, y con los bolsillos llenos de todas las promesas que no se pudieron cumplir. De todo eso ya no queda nada intacto. Solo un par de canciones que un día nos dedicamos, que dicen cosas que ya no son tan ciertas, cicatrices con la forma de tus labios, cartas pérdidas por los cajones de nuestras habitaciones, y la extraña sensación de ser dos desconocidos que se conocen muy bien. Que en la lejanía aun anhelan morir amándose. La felicidad, tu, tus besos, mi sonrisa, el infinito de mi mirada, nuestros abrazos, nuestro futuro, a la larga todo se desvaneció como la luz entre la niebla espesa de mis pupilas a punto de romperse a llorar. Por eso hoy te escribo desde el vacío que has dejado en mis sábanas. Sábanas frías para un corazón caliente, que desespera susurrando tu nombre en el último latido de agonía. Cariño, aun me parece verte pasear por mi habitación. Con esa sonrisa tan tuya, tan mía. Con ganas de hacerme el café por las mañanas, el amor por las tardes, y el insomnio por las noches. De matarnos a besos en tu portal, y compartir secretos mientras nos abrazamos en mi terraza, a la vez que contamos estrellas, y los besos que aun nos quedan por regalarnos. Yo guardo bajo llave como un tesoro todo lo que fuimos, todo lo que aun nos queda, por si tu algún día decides aparecer con la llave correcta, y cumplir todo aquello que prometimos, todo lo que el destino nos debe.

Poesía para días grises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora