Día 35 sin ti:
Hoy el viento sopla fuerte y el cielo está cubierto por un inmenso manto de nubes negras. Como sabrás bien, hoy es de esos días en los que llevo el alma a cuestas. No puedo evitar estar triste en días como hoy, aunque no tenga motivos, ya me encargo yo de buscarlos. En días como hoy lo que más me apetece es no salir de la cama, ponerme de fondo alguna canción triste y reflexionar sobre cualquier pequeña estupidez de mi vida en la que no haya pensado mucho últimamente. Odio los días grises en los que no se ve el sol, el frío que hiela las manos y los pies, el viento que seca los labios y congela la cara, el tener que quedarme encerrado en casa porque fuera llueve. Y si, sé bien qué me dirías que me lo podría pasar genial pisando charcos, empapándome por la lluvia, que el resfriado sería algo secundario, que sentiría una gran sensación de libertad. Pero prefiero observar la calle desde nuestra ventana. Nunca te lo llegué a confesar, pero este sentimiento repulsivo que siento a los días como hoy es algo que creía superado. Aunque a veces te dijera que los odiaba, no era así. Me encantaba cuando llovía y nos encerrábamos en mi habitación a dibujar corazones en el vaho de la ventana con nuestros dedos. Me encantaba verte colocando nuestras iniciales en el corazón que yo había dibujado torpemente en la ventana. Recuerdo con cariño tus terapias de caricias en la espalda en días como hoy. ¿Y la de risas de cuando te acompañaba a tu casa cuando llovía? Si aún nos veo a los dos muy pegados debajo de ese paraguas, el mismo en el que siempre acabábamos mojados. Ahí si que no me importaba mojarme si a cambio te sacaba una sonrisa. Supongo que esa era la sensación de libertad a la que te referías, a ir contigo y no sentirme atado a ti, aunque fuésemos juntos, aunque las circunstancias no acompañaran. Esto será una de las tantas cosas que debo apuntar a mi lista de cosas que no entendí en su momento y que detesto darme cuenta ahora. Aún con todo nada hará que pueda corregir mis errores y que al hacerlo vuelvas. Solo me queda seguir observando por esta ventana como fuera llueve, como ya no hay corazones en mi ventana, y como sigo odiando los días grises.