Cuando sepas de mi, guarda silencio y sonríe. Sonríe por ese banco de aquel parque en el que ya no nos sentamos para comernos a besos. Sonríe por esa calle por la que ya nunca paseamos de la mano. Hazlo por todas las tardes en las que ya era demasiado tarde como para echarme de menos. Tu solo sonríe, y haz como sino me conocieras. Que nadie descubra que fuiste mía, o que yo fui tuyo. Que jamás nadie se percate del montón de promesas que no pudimos cumplir, o de todos aquellos sueños que aún guardo bajo mi almohada. Que nadie sepa que yo una vez fui el brillo de felicidad de tu mirada, o que navegábamos a caricias por la espalda entre las sábanas de mi cama. No le hables a nadie de lo que fuimos, de lo que quisimos ser, de todo lo que ya nunca seremos por culpa de los dos. No hables con nadie de todo lo que nos quisimos, de como nos conocimos, de como empezó todo, de como acabó. No le hables a nadie de mi, ni de como te besaba, y de como con una simple mirada era capaz de hacerte feliz. Que nadie averigüe que algo de nosotros siguió creciendo aunque nos separamos. Nadie creerá que pudo existir un amor tan grande y tan imperfecto como el nuestro. Pero cuando nadie te mire abraza a mi recuerdo, y sigue sonriendo. Porque si algún día te hablan de mi e inevitablemente una sonrisa nostálgica invade tu boca, significará que jamás me fui del todo de tú vida, y que tu no conseguiste echarme de ella. Así que sonríe, porque dentro de ti aún sigo latiendo, y porque en algún lugar lejos de ti yo sigo sonriendo por nosotros dos.