- ¿Cómo estás? - Intento ofrecer mi mejor sonrisa, pero mis esfuerzos no sirven de mucho, pues es imposible ocultar el dolor que siento, y no solo físicamente.
La pregunta es solamente una excusa, para que hable, que me diga algo, y así escuchar su voz.
Yo también estoy preocupado, pero ahora mismo no puedo hacer otra cosa que intentar consolarla.
Lentamente, levanta su cabeza para mirarme. Su nariz está enrojecida como sus ojos de tanto llorar, llenos de lágrimas. Todo su rímel y delineador que tanto la caracteriza y favorece, está corrido por sus mejillas, por las que todavía bajan lágrimas sin cesar.
Verla en ese estado me hace más daño del que ya sentía. Me mantengo fuerte por ella, necesita apoyo más que nunca y yo estoy dispuesto a dárselo al precio que sea.
Caería por ella una y mil veces si así pudiese bloquear su dolor. Nada sería más doloroso que esto.No soporto ver cómo las lágrimas corren sin cesar por su cara y sus labios tiemblan, incapaces de responder a mi obvia pregunta, la cual ya me arrepiento de haber formulado.
Es demasiado doloroso perderlo todo en cuestión de segundos.
Recuerdo perfectamente cómo hace tan sólo unas horas, cenábamos plácidamente en nuestro jardín. Todo era perfecto, el ambiente transmitía paz. Ella y yo, disfrutando el uno del otro, solamente siendo conscientes de lo felices que éramos en ese momento, porque estábamos juntos.Ninguno esperaba que toda esa felicidad nos fuera arrebatada tan rápido.
Es duro recordar, y es que estoy seguro de que esto me perseguirá toda la vida, a los dos.
Por más vueltas que le doy no sé qué hacer. Sólo sé que verla sufrir de esa forma no me puede doler más.
- Lo si…ento. Yo…es…no - Intenta decir entre sollozos, mas noto como todo tipo de pensamientos y sentimientos la atormentan, haciéndola así, incapaz de expresarse. Y es la primera vez.
- Tranquila. Yo… estoy contigo. - Dije como pude lo primero que se me pasó por la cabeza. Realmente sentía como haberla escuchado me estaba rompiendo un poco más y las lágrimas amenazaban con salir. - Siempre.Y no tuve más fuerzas para seguir hablando. Me incorporé como pude sin mover demasiado la pierna herida y la abracé.
Pasé mis manos por su espalda acariciándola, y por su pelo. Me pegué un poco más y apoyé mi cabeza en su hombro. Mientras seguía acariciando su espalda con mis manos, como si eso pudiese sanar poco a poco el dolor que sentía. Pero con el simple hecho de que lo amortiguase, a mí me valía.
Pasaron unos segundos hasta que de nuevo sentí sus manos en mi espalda, y su cabeza apoyada en mi pecho. Escuchaba sus sollozos ahogados contra mi cuerpo. Y no pude más, me rompí junto a ella.
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Segunda oportunidad
RandomVanesa Martín está en el mejor momento de su carrera musical. Para ella todo está bien hasta que La Voz kids trae a ella su pasado, y tira todos sus planes y esquemas al suelo. "¿Acaso existía un anhelo humano más triste -o más intenso- que desear u...