Capítulo 69

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Narra Vanesa

La bella y la bestia
Morat & Reik

- Creo que es hora de irse.

No necesitaba levantar la cabeza para saber que se trataba de él. Miraba al horizonte, dándonos la espalda. Su voz había sido suave para no perturbar la calma de Lola, pero aún así su tono era duro e incluso yo podía percibir cierto tono de reproche en él.

Asentí a pesar de que él no lo había podido ver y me levanté con máximo cuidado para no despertar a Lola que seguía durmiendo, esta vez entre mis brazos.

En ese momento se giró hacia mí y por un segundo, nuestras miradas se cruzaron volviéndose a encontrar. Rápidamente sus ojos se desviaron a la niña que dormía en mis brazos con su cabeza apoyada en mi hombro. Entonces, su mirada se suavizó y era más amable y cariñosa.

Lo mejor que hicimos en ese rato, fue no cruzar palabra para no destrozar el ambiente, sin embargo el momento de la despedida era inevitable, debíamos separarnos, de nuevo.

- Me quedo con ella. - Dije rápidamente al ver que sus brazos se extendían con claras intenciones de tomarla.

Levanté la mirada seria, dándole a entender que no era una pregunta, sino que esta vez no daría mi brazo a torcer.

Antes de responder tomó aire, lo conocía y claramente no quería pelear, y aunque aparentemente no hubiera un porqué sabía que todavía estaba dolido y enfadado desde la última vez.

- Mejor otro día. - Respondió tras meditar previamente sus palabras para que sonaran los más dulces posibles.

- No. - Negué suavemente. - Creo que ya es momento de que pase algo de tiempo con ella. Tú ya...

- Podías haberlo hecho, has tenido todo el tiempo que has querido... - Su tono era neutro, sin emoción y fue más bien un acto reflejo que un ataque directamente. Aún así me dolió y él lo sabía.

- Mira Melen, te conozco y sé lo que piensas. Lo siento y aunque sé que con eso no arreglaré nada necesito decirlo, porque quiero que sepas que es verdad. Llevo todos estos días pensando y no tardé ni dos segundos en darme cuenta de mi error, aunque tardase más tiempo en aceptarlo, estoy tratando de enmendarlo y pasar tiempo con ella es el primer paso. - Tomé aire y me paré a pensar antes de seguir hablando pues no quería que esto se tornase una discusión. - Por favor, en ningún momento esta fue mi intención, y te aseguro que estás equivocado si crees que no la quiero, ni siquiera lo pienso discutir, sólo quería evitarte dolor y no me dí cuenta que alejarte de ella... obviamente no era la solución. Por eso, solamente por eso, te pido perdón, porque mi intención nunca fue separarte de tu hija, porque nunca quise haceros daño...

Y lo había dicho, todo tan seguido. Me había disculpado con el corazón en la mano, había bajado la cabeza y dejando el orgullo a un lado me había disculpado como nunca antes lo había hecho.

Y aunque trataba de mostrarse impasible sabía que mis palabras no lo habían dejado indiferente y por dentro de él se desarrollaba una batalla interna respecto a qué hacer o decir, que seguramente terminaría con cualquier espontaneidad por su parte.

Su mirada alternaba entre yo y la niña a la vez que intentaba modular algo medianamente comprensible. Hasta que finalmente dejó caer los hombros y mirando a un lado cedió sin mucho entusiasmo, pero al fin y al cabo aceptando lo que había dicho.

- ¡Gracias! - Fue algo espontáneo y si no hubiera tenido a Lola en brazos me hubiera lanzado a abrazarlo. La costumbre, maldita costumbre.

Realmente no era algo que debiera de agradecer tanto, era más bien el simple hecho de dar brazo a torcer antes de enroscarnos en una pelea sin final por la niña. Y ojalá ese día nunca llegase.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora