Capítulo 17

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Narra Lola

La luna comienza a verse en el cielo, mientras el sol se esconde tras el mar en un marco de tonos naranjas y rojos.
Un día menos o más, depende por dónde se mire.

Este es mi momento favorito del día, y para mi desgracia no tengo siempre el tiempo de disfrutarlo.
La arena entre mis pies descalzos, el sonido de las olas rompiendo en la orilla, la suave brisa que hace ondear mi cabello y los pájaros sobrevolando el cielo de camino al mañana. Todo perfectamente enmarcado en un bonito cielo naranja.

Esta es la mejor sensación del mundo. 

- Se está agustito. - Dice una voz a mi espalda.

Estaba tan distraída mirando el paisaje que no la había escuchado llegar.
Con un gesto de mi mano, le indico que se siente a mi lado y ella, sin impedimento alguno, se acomoda a mi costado, otro día más.

No fue hasta pasados un par de minutos que volvió a hablar. 

- ¿Cómo llevas el cole?

- Bien. - Respondo sin demasiado entusiasmo.

- ¿Luis?

- Perfecto. ¿Debería pasar algo?

- Por supuesto que no. Por eso pregunto.

Si fuera por mí, la tensión se podría cortar fácilmente con un cuchillo. Sin embargo, ella estaba agusto, independiente de mis respuestas frías y a veces cortantes.

Se había convertido en algo común. Y no lo puedo evitar. La conozco de siempre, pero no sé ni cómo se llama. Sólo sé que se preocupa por mí.

Llevo años preguntando acerca de ella, pero ni Luis ni ella sueltan prenda, así que decidí dejarlo. Puede que de ella no me fiase en un principio, pero sí de Luís.

Aún así, sigue habiendo momentos en los que la curiosidad me puede, necesito respuestas y tener control sobre lo que pasa en mi vida.
Para ello necesito saber.

- ¿Qué quieres? - Pregunto en tono conciliador.

- Solamente saber que estás bien.

- Siempre estoy bien. - Giró su cara y nuestras miradas se cruzaron unos segundos, pero yo aparté la mía rápidamente, para que no viera la mentira en mis ojos.

De nuevo se hizo el silencio. Pero esta vez fue ella quién lo rompió. 

- No voy a volver. - Giré mi rostro incrédulo hacia ella.

Aunque no la conocía demasiado, esta mujer se había convertido en parte de mi vida. Y se había hecho un pequeño hueco en mí.

Ella iba y venía, pero yo siempre tenía la certeza de que volvería. Ahora miles de preguntas se agolpan en mi cabeza, y supongo que ella lo sabe y comienza a explicarse.

- No es que no quiera volver Lola. Pero como todo el mundo tengo que pasar página y este es el momento. No te digo que no me vayas a ver más, estoy segura de que el destino tiene algo preparado y nuestros caminos se volverán a cruzar. Esto no es un adiós, es un hasta luego.

- ¿Por qué? 

Este era el tipo de preguntas que ella nunca respondía. Solía dejarme en una especie de visto, pero parecía que hoy estaba habladora.

- Sabes, las personas debemos seguir adelante. Cometer errores, arreglarlos, aprender de ellos y seguir. Es muy importante no saltarse ninguno de estos pasos, si no puedes volver a caer, tropezando con la misma piedra. -  Gira su cabeza y continúa mirándome a los ojos con un brillo que jamás le vi. - Yo cometí un error y lo intenté enmendar. Aprendí por años. Ahora solo queda seguir adelante.

- ¿Yo soy un error?

- ¡No! No es lo que piensas. Niña loca. - Una pequeña sonrisa se me escapó, pero por dentro se extendió una sensación de alivio, no sé porqué. - Tú fuiste, un... daño colateral. Y lo siento, realmente lo siento. Llevo todo este tiempo intentando compensar un poco lo que hice - Apenas acabó de pronunciar la palabra la interrumpí.

- ¿Qué hiciste?

De nuevo su mirada se clavó en la mía. Sin darse cuenta la había apartado mientras hablaba. Parecía que estaba reviviendo todo aquello que le pasó.

Con esta pregunta la traje de nuevo a la realidad, y de nuevo se debatía entre si decirme o no.

Por un momento pensé que se acabó lo que se daba, iba a ignorar mi pregunta. Pero justo cuando de nuevo miraba al horizonte, siguió hablando a mi espalda. 

- Confiar en la persona equivocada.

- ¿Elena? - Asintió con su cabeza.

Otra vez ese silencio. No quise insistir, seguí mirando el horizonte, perdida en mis pensamientos. Ahora otra mil teorías e hipótesis rondaban mi mente intranquila.

- Hacía poco que había pasado por un mal momento. Uno de los peores hasta entonces, sino el peor. Necesitaba un sitio donde cobijarme, unos brazos que me sostuvieran… y un hombro en el que llorar. Eso lo busqué en la persona equivocada, mi hermana. - Hizo una pausa. Tomó aire y continuó. - Al principio, creía que me ayudaba. Pero con el tiempo me di cuenta de que no, solo me llenaba la cabeza de sus ideales erróneos y planes diabólicos. En cuanto fui consciente, me alejé de ella. - De nuevo paró y me miró, pero esta vez su mirada era esperanzadora. - Tuve una segunda oportunidad. Encontré el amor en otro hombre, y todo era maravilloso. Sentía que ahí sí, ¿entiendes? - Asentí. - Es una desgracia que siempre busquemos más, por así decirlo. Elena volvió, con un nuevo plan. - De nuevo su mirada se apagó. La veía realmente arrepentida. - Acepté. Si pudiera volver atrás, tengo claro que sería a ese día, ese momento, y rechazaría la propuesta. Fue un error, pero yo confiaba en ella, y de nuevo me equivoqué. Me di cuenta cuando llegué, quise volver atrás, pero ya no tuve oportunidad.

De nuevo hizo una pausa, esta más larga que la anterior. Y pude ver cómo, por primera vez, una lágrima se deslizaba por su mejilla.

- Evité mirarla por todos los medios, pero sentía sus ojos clavados en mi espalda. Me giré un segundo, pero fue suficiente para cagarla. Vi el dolor y la decepción remanentes en sus ojos llenos de lágrimas y enrojecidos. Aquella persona que, cuando fue nuestro momento , se entregó en cuerpo y alma. Ella que nunca recurriría a la venganza. Quien siempre estuvo dispuesta a todo por los demás.
Jamás olvidaré esa imagen. Ese momento quedará siempre grabado en mí. Me dolió en el alma ver, como aquella persona que un día amé más que a mi propia vida, y que actualmente admiro, se desmoronaba como nunca jamás la ví. Y yo estaba ahí, pero no para ayudarla.

Las lágrimas recorren su rostro sin cesar. Su mirada está perdida en el horizonte, y me duele ver a una persona tan mal.

- El daño estaba hecho, y en ese momento mi más brillante idea fue correr, huir.

Poco a poco me acerco a ella y apoyo mi cabeza en su pecho hasta que se relaja. Cuando siento que de nuevo su respiración se normaliza, me incorporo y miro al firmamento. 

- Gracias. - Dice con sinceridad.

- Descuida. - Tras una pausa, decido trasladar la conversación. - El cielo está precioso.

- Estoy totalmente de acuerdo. Una puesta de sol maravillosa.

- Sabes, el amanecer también es bonito, per…

- Pero para verlo hay que madrugar. - Continúa ella.

Nos miramos y ambas reímos.

- Sabes. No te conozco, pero a veces siento que tú sí me conoces, no sé si de otra vida.

- Más o menos…

Justo cuando el sol comienza a fundirse con el mar, un manto de oscuridad envuelve todo a mi alrededor.

Ya no siento la arena entre mis dedos, ni escucho las olas romper, tampoco noto la presencia de ella. La de nadie a mi lado.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora