Capítulo 14

190 12 2
                                    

Narra Vanesa

- Bueno, ya tenemos la canción que váis a cantar. - Dice Pilar.

Las niñas nos miran expectantes e ilusionadas y esperan que alguna de nosotras continúe.

- Hemos optado por "Vas a quedarte" de Aitana. ¿La conocéis? - Continuo yo.
- Sí. - Dice Raquel. - Esa es mi canción favorita de Aitana.
- Y la mía. - Dice Lucía, evidentemente emocionada.
- ¡Qué guay! - La sonrisa de Lola permanecía en su cara al hablar, y sus ojos brillaban, todo a causa de la música, bendita música. - Tiene una letra preciosa.

Y qué acertada estaba. Para mí una buena letra es de lo más importante, al igual que transmitir.

Esta canción es para contarla y que llegue, y eso ella lo hizo genial en las audiciones. Y es que ese es su modo de cantar, pues ella canta para el público, transmitiendo, no para ella misma.
Otra cosa que admiro profundamente.

- ¿No será un poco difícil? - Pregunta Lola, con su mirada perdida, y aparentemente preocupada. - Al menos para mí.
- Por supuesto que no cariño. - Le dice Pili. - Nosotras nos encargaremos de ayudaros en todo lo que podamos, ninguna nota se os resistirá por más que quiera y nos encargaremos de daros las partes que os resulten más fácil a cada una.

- ¿Qué os parece si la tocamos con el piano antes de irnos?

Ellas aceptaron mus contentas e ilusionadas. Y sin más demora, corrieron hacia el piano.

Posiblemente, sea una de las primeras veces que haya visto tan feliz a Lola, siendo tan niña, tan ella.

Las veía a las tres felizmente junto al piano.
Lola se subió a un pequeño taburete para alcanzar mejor y poner sus brazos en el piano como almohada para apoyar su cabeza y dejar caer su pelo sobre sus hombros y el piano.

Se la veía tan tranquila, pero inevitablemente me recordó a Melen.

Cómo él se apoyaba de esa misma manera sobre el piano mientras yo tocaba para él. Como poco a poco se iba acercando a mí hasta situarse justo detrás acariciándome los hombros y dejando suaves besos en mí, para luego terminar haciendo el amor.

No me dí cuenta de que una lágrima se deslizaba por mi mejilla. Pero sí mi amiga, que se encargó de limpiarla y dedicarme una sonrisa sincera.
Agarró mis manos y me guío junto a las niñas. Sin dejar de mirarme. Y yo sin dejar de mirarla. Agradecida con la vida por haberla puesto en mi camino.

El pianista comenzó a tocar y yo me metí completamente en mi papel de coach, indicando a cada una cuando debía entrar, cómo, y todo lo que necesitaran.

La canción sonaba genial y no solo por sí sola. Sus voces empastan a la perfección, algo bastante difícil. Además, cada una por sí sola era maravillosa también.

Veía que les costaba, pero para ser la primera vez había estado genial, habían superado todas mis expectativas, que ya eran altas. Sobre todo Lola, y es que no sé cómo cada vez que esa niña abría la boca lograba atraparme y devolverme al pasado, a cuando todo estaba bien.

- Creo que por hoy ya está bien. ¿Nos quedamos con esta, verdad? - Pregunté para asegurarme del todo y dejar esto listo.
- Sí - Dijeron las tres muy conformes.
- Pues listo. Podéis recoger. - Les dice Pili y todas salen de la habitación muy sonrientes para coger sus cosas e irse. - ¿Qué te ha parecido?
- Pili, a mí me ha encantado. Creo que hemos hecho un gran trabajo con este equipo.
- Estoy muy de acuerdo amiga. Ahora solo queda relajarnos y ¡noche de chicas!- Dice con una sonrisa y levantando sus puños en señal de victoria.
- Jaja, no te emociones demasiado. Todavía tenemos que dejar a Lucía y Lola.
- De verdad, quién se iba a imaginar en lo que te has convertido, el alma de la fiesta...
- ¡Perdona! Lo sigo siend... - Pero antes de poder replicar me cortó en seco.
- Anda calla, no digas tonterías. No te agobies, esta noche seguiremos con la terapia, que ni con todas las canciones de tu disco has podido, y mira que ya es decir.
- ¿Me estás diciendo que es hora de sacar un nuevo disco?
- Drama... quiero decir, inspiración no te falta.
- ¡Serás!

Me lancé sobre ella y ambas caímos al sillón entre risas, como niñas. Esta era mi Amparo, la que en mis peores momentos lograba sacarme una sonrisa sincera y hacerme ver el mundo de una perspectiva diferente para seguir adelante.

Y aunque, la mayoría de las veces, por no decir siempre, tiene razón, es difícil seguir sus consejos y acabo hundiéndome más. Más ella es esa luz al final del túnel, me levanta y me ayuda a seguir a pesar de mis errores. Ella es mi amparo.

- Mis padres están fuera. - Dice Raquel desde la puerta.

Me incorporo para mirarla y poder hablar más cómodamente.

- Pues venga. Te acompaño. - Me acabo de levantar y antes de salir de la mano de Raquel le dedico una última mirada divertida a mi amiga.

Fuimos hablando casi todo el camino. Raquel era una niña muy alegre y divertida. Sabía ponerse sería cuando era necesario, pero pasar tiempo con ella es muy agradable.

Hablé un poco con su familia. Se la veía buena gente, al igual que la niña.
Y con una sonrisa me dirigí de nuevo a la sala de música.

De camino a esta mi móvil sonó. Miré la pantalla y ví un mensaje de Pilar "Vamos a los aparcamientos" y al segundo me llega otro "Llevo tus cosas".

No se puede tener una amiga mejor, tan atenta y buena conmigo. Es realmente imposible agradecerle todo lo que ha hecho, y hace, por mí.

Entre pensamientos cambio mi rumbo y me dirijo a los aparcamientos sin prestar mucha atención en el camino, pues iba respondiendo al mensaje de Pastora.

Sentí un choque contra algo, mejor dicho alguien, y el móvil se escurrió de entre mis manos, pero antes de tocar el suelo fue salvado por unas manos muy conocidas.

- Melen, perdón. Estaba respondiendo a Pili. Iba distraída y no te vi.
- Tranquila. Toma. - Dijo extendiendo el móvil, con una bonita sonrisa en su cara. E inevitablemente me perdí de nuevo, en su sonrisa, en sus ojos, en el p... - Vane
- Sí, gracias. Gracias.
- ¿Qué haces tan tarde por aquí? - Me pregunta en un intento de entablar conversación de camino a los aparcamientos.
- Eso mismo me gustaría preguntarte a ti.
- Sí, pero yo lo dije primero.
- Pili y yo estábamos indecisas con una de las batallas. Pero ya está todo solucionado. ¿Tú?
- Pues nada. No tenía ganas de volver a casa, prefiero dar vueltas por aquí, pensar. - Dijo frenando el paso, acabando parados uno frente al otro.
- Entiendo.
- ¿Te veré el viernes? - Me dice volviendo a su tono divertido y ojos iluminados.
- No sé. ¿Qué hay el viernes?
- La fiesta de David. ¿No te lo ha dicho?
- Pues no lo he visto desde que estuvimos juntos en el catering y eso. No he tenido ocasión de hablar con él.
- Bueno, ya lo sabes. El viernes después de las batallas. Díselo a Pilar, por si no lo sabe.
- Descuida, ahí estaremos.
- No esperaba menos.

De nuevo estábamos ahí, parados, en silencio. Cerca físicamente, pero nuestros pensamientos demasiado lejos de aquí. Quería seguir adelante, pero mi cuerpo no respondía, permanecía estática, perdida en su sonrisa.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora