Capítulo 34

128 11 4
                                    

Maps
Maroon 5

Narra Vanesa

Llamo a Sole para que me peine y me maquille y como siempre, conversaciones divertidas y charlas amenas nos acompañan.

- Esto es todo. Estás lista. - Dice tras dar los últimos retoques a mi pelo.
- Gracias amiga.
- No hay de qué. - Espero mientras recoge, necesito hacerle una última pregunta. - ¿Has venido con mucha antelación, es por algo en concreto?
- Puede ser... y necesito tu ayuda, por favor.
- Dime, si está en mi mano...
- Necesito que busques a Lola.
- ¿Quién?
- Lola, la niña que está en mi equipo, con Raquel y Lucía. - Me mira sin entender. - Sí, la del flequillo, el pelo ondulado, ojos verdes...
- Sí, sí, sé quien es, ¿pero se puede saber para qué? No está permitido verlos antes de la actuación.
- Ya, ya. Por eso necesito que vayas tú, yo no podré sacarla.
- Vane, esto no...
- Por favor, no es nada malo. Sólo necesito hablar con ella. - Abre la boca para replicar pero antes la detengo. - Te lo suplico, bajo mi responsabilidad...
- Eso seguro.
- ¿Entonces?
- Lo haré, pero sé rápida y discreta. - Dice poco convencida.
- Sí, te lo prometo. - Me lanzo sus brazos y le doy un fuerte abrazo. - ¡Gracias, Gracias!
- Anda, ya está bien que eres una zalamera. - Dice separándose. - No hay que tener cuidado contigo ni nada... - La miro con cara de no haber roto un plato en la vida y parece que esto la ablanda un poco. - La llevaré a tu camerino, espera ahí. Tienes 10 minutos, no más. ¡Ah, y encárgate de estar sola!
- Eso está hecho. - Digo cogiendo mis cosas para salir cuanto antes.
- Me debes una. - Escucho que dice mientras me alejo.
- ¡Te lo compensaré, lo prometo!

Abro la puerta y para mi suerte no hay nadie. Acomodo un poco las cosas que hay por medio y me siento a esperar ansiosa. Por mi cabeza pasan miles de ideas, y al parecer es cierto, que entre pensamientos el tiempo pasa rápido, pues fue su voz la que me sacó de estos.

- ¿Hola? - Entra asustada, buscando al responsable de que no esté con sus compañeros.

Verla así, tan diminuta, aterrada, me produce mucha ternura y mi corazón se apiada un poco más de ella. Esta niña se está convirtiendo en una debilidad, cuanto más tiempo paso con ella más me voy dando cuenta. Aunque, esta será la primera vez que pase tiempo a solas con ella, y aunque no es mucho, ya es más de lo que realmente puedo ofrecerle.

- Estoy aquí. - Digo con más calma de la que realmente siento. - Siéntate. - Ofrezco echándome a un lado en el sillón que estaba.

Lo duda unos segundos, pero finalmente se acerca y noto como intenta sentarse haciendo el menor contacto posible, pero sin llegar a parecer descortés o desconfiada.

- ¿Está todo bien? - Pregunta rompiendo el silencio.

Sigue nerviosa y veo el miedo en sus ojos. Mi cuerpo reacciona casi por instinto, acercándome a ella, le dedico una sonrisa tranquilizadora y acaricio su hombro mientras empiezo a hablar.

- Sí, tranquila, todo está bien.

Noto como deja salir el aire que estaba conteniendo y como sus músculos se relajan.

- ¿Entonces? Una señora me ha traído hasta aquí, decía que era importante. - Cuestiona inocente.
- Sí, yo la he mandado. Tengo que hablar contigo, o mejor dicho ¿quieres contarme algo? - Lleva su mano izquierda hasta frotar su barbilla pero finalmente me mira y niega. - En el último ensayo, te ví... nerviosa. Estuvo bien, pero me faltó... chispa.
- Perdón. - Agacha la cabeza.

Tomo suavemente su barbilla y la obligo a mirarme.

- No te he llamado para reprocharte nada, todo lo contrario, me gustaría arreglarlo. ¿Hay algo que tengamos que hablar, que te haya molestado o...
- ¡No! No, nada de eso...
- ¿Entonces?
- No... no sé. - Titubea mientras frota su nuca.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora