Capítulo 15

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Narra Vanesa

He de reconocer que no parece que haya pasado el tiempo. Sigo deseando su tacto y perderme en sus ojos.

Porque con él es así.

Porque con él lo quería todo.

Lo quiero.

- ¿Quieres que te lleve? - Dice acabado con el silencioso ambiente de miradas que se había creado.
- No te preocupes. Ya te he dicho que Pili me espera en el parking, hoy me voy con ella a su casa. Pero antes tenemos que dejar a un par de chicas de mi equipo con el resto, como hemos ensayado hasta tarde.
- Ah vale.., ya sabes que para cualquier cosa aquí estoy.
- Lo mismo digo.

Y le dedico mi mejor sonrisa.

Pero, como siempre, él no se queda atrás. Se acerca un poco más a mí para abrazarme y dejarme un delicado beso en la frente.
Un abrazo demasiado corto para mi gusto.

Esta vez soy yo la que marca el rumbo hasta los aparcamientos y unos pasos más adelante veo a mi amiga esperando. Me despido de Melen con un movimiento de cabeza y dedicándonos una última sonrisa, me acerco a paso ligero a mi amiga.

Su cara de pilla me dice que quiere hablar, pero no es el momento, y para evitarlo me subo rápidamente en el coche.
Me siento en el asiento del conductor y veo que detrás están Lucía y Lola. Les dedico una sonrisa y vuelvo adelante mi vista, mientras mi amiga se monta en el coche y arranco.

El camino se hizo ameno gracias a la conversación que mantenían principalmente Lucía y Pilar. Yo estaba pensativa, como solía pasarme estos últimos días, y Lola parecía cansada. Algo en mí me decía que no llegaría despierta a la casa. Y no me equivoqué.

Lucía y Pastora se bajaron del coche siguiendo con la conversación y a mí me dejaron con Lola dormida.
Salí y abrí la puerta de atrás para despertarla, pero no pude.
Era tan diferente.

Dormida se la veía tan pequeña e indefensa. Toda una niña que busca ser arropada por alguien, cansada de tanto pelear y encontrarse a sí misma.

Dormía plácidamente acurrucada en la puerta, y apenas paraba de moverse.

Cómo pude, pues no tengo experiencia, la cogí entre mis brazos y cerré la puerta del coche con el pie.

Se sentía tan bien. Una sensación de calidez recorría todo mi cuerpo e inevitablemente una sonrisa se instaló en mi rostro sin saber por qué.

Poco a poco me iba adentrando en la casa, disfrutando de su contacto. Sintiendo su respiración, su cabeza apoyada en mi pecho y sus brazos enredados en los míos.
No la solté hasta que llegué a una habitación con una cama libre.

Me agaché y lentamente la dejé en la cama, para seguidamente arroparla.

Fue al segundo que me arrepentí, esa sensación de calidez se esfumó a la vez que su tacto. De nuevo mi corazón latía normal, se sentía vacío y ausente de vida. Mis ojos no brillaban tanto, y mis nervios se habían esfumado. Por eso, antes de irme quise contemplarla un poco.

Justo cuando me disponía a salir, empezó a moverse, más de lo normal. Decía algo incomprensible, pero no fue nada comparado a lo que sentí cuando ví una lágrima caer por su rostro.

Sentí como mi corazón se estrujaba en mi pecho y no sabía qué hacer. Ella tenía una pesadilla, y yo sabía muy bien lo que era eso.

La diferencia, ella es sólo una pequeña niña asustada.

Volví a acercarme a ella y me senté a un lado de la cama. Comencé a acariciar su pelo y a susurrarle palabras cariñosamente al oído para que se calmara, lo que al parecer surtió efecto.

Poco a poco se fue relajando y volvió a dormir. Aunque a primera vista parecía una niña tranquila, esto no podía estar más lejos de la realidad. No estaba quieta, era demasiado nerviosa hasta para dormir, y ni así se estaba quieta.

Esta vez, antes de irme decidí agachar mi cabeza y dejar un suave beso en su frente, como Melen lo hacía conmigo.

Su cuerpo pareció reaccionar pues, levantó sus brazos hacia mí durante un segundo y abrió un poco sus ojos, al principio dijo algo que no alcancé a escuchar. De nuevo se giró y está vez sí logré entender una palabra: vuelve.

Esa simple palabra me llegó al alma, atravesando mi cuerpo como puñales y fue lo que realmente me hizo ver lo que esta niña aguantaba, pero como yo se mantenía fuerte.

Sólo cuando los demás miraban.


...


Volví al coche donde Amparo ya me esperaba, perdida en mis recuerdos.
Me conocía, y sin una palabra arrancó el coche. Conduciendo ella esta vez.

Todo el camino fue así, en silencio, pero un silencio cómodo para reflexionar.
Muchos pensamientos se agolpaban en mi cabeza pero nada claro, todo eran imágenes desenfocadas que pasaban fugazmente por mi cabeza como en una película. Me hacían sonreír y al momento de desaparecer dejaban una horrible sensación de vacío en mí.

- Hemos llegado. - Dice sacándome de mis pensamientos.

Bajamos del coche y sin apenas mediar palabra cada una se fue a su habitación.

Aunque esta no era mi casa paso demasiado tiempo aquí. Por lo que para no tener que estar llevando y trayendo ropa constantemente, decidimos guardar un poco de ropa (entre otras cosas) en alguna habitación libre de la otra y, poco a poco se convirtió en lo que hoy llamamos "nuestra habitación".

Lo primero que hice fue meterme en la ducha. El tiempo pasó volando entre pensamientos y salí alrededor de 20 minutos. Me puse el pijama que teníamos reservado para estas cenas y bajé con ella.

Al llegar ella estaba preparando una ensalada y había acostado a Estrella, la cual se negaba a dormir hasta que la tita Vane fuese a darle un beso de buenas noches. Y así lo hice

Cuando volví todo estaba listo, solo faltábamos nosotras. Nos sentamos en la mesa pequeña frente al sillón y comenzamos a comer.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora