Capítulo 72

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Narra Vanesa

A pesar de que Ana se encontraba al otro lado de la puerta, su voz retumbó con fuerza por todo el comedor, llegando incluso a interrumpir aquel momento tan íntimo que Ramón y yo compartíamos. Aunque en cierta medida esto fue un alivio, ya que nos salvó de que Lola nos encontrara en esas condiciones al aparecer frente a nosotros aún con un par de lápices en su mano.

La repentina intromisión de la voz de Ana rompió la burbuja de pasión en la que nos habíamos sumergido Ramón y yo. De pronto, la urgencia de nuestras caricias y la intensidad de nuestros besos se vieron frenadas por la realidad que se imponía del otro lado de la puerta.

Por un lado, agradecí que aquella intromisión nos hubiera separado antes de que la situación se desbordara aún más. No quería ni imaginar la escena que se hubiera montado si nuestra pequeña hija nos hubiera descubierto en pleno arrebato de deseo.

Pero por otro lado, sentí una punzada de frustración al tener que interrumpir aquel momento tan íntimo y apasionado que Melen y yo habíamos logrado construir después de tanto tiempo.

- Vane, alguien está tocando la puerta. - dijo Lola con su pequeña voz, acompañada de los tirones que le daba a mi ropa para llamar mi atención. Fue esto finalmente lo que nos hizo retroceder un par de pasos y separarnos.

- Corre Vane, que es muy chillona- agregó Lola, refiriéndose a Ana. Y aunque en otra ocasión su comentario nos hubiera hecho reír, en ese momento apenas lográbamos recuperar el aliento después de la oleada de pasión que nos había embargado. Todavía podía sentir el ardor de los besos de Ramón y la urgencia de sus caricias, que habían dejado marcas en mi piel.

La repentina interrupción había interrumpido el frenesí de nuestros cuerpos entrelazados, pero aún podía percibir el intenso deseo que brillaba en sus ojos y la forma en que sus labios entreabiertos anhelaban volver a encontrarse con los míos. Fue realmente difícil tener que separarme de él, cuando cada fibra de mi ser clamaba por continuar explorando esa conexión tan íntima que habíamos redescubierto.

En cuanto a él, podía ver cómo su pecho subía y bajaba rápidamente, acompañado de una respiración agitada. Sus ojos permanecían fijos en mí, con una mirada intensa que parecía querer grabar cada uno de mis rasgos en su memoria. Sus labios, entreabiertos, dejaban escapar pequeños jadeos, evidenciando el efecto que nuestro arrebato de pasión había tenido en él.

Su expresión reflejaba una mezcla de sorpresa ante la repentina interrupción, pero aún así, la emoción que lo embargaba era claramente superior a cualquier otra reacción. Podía percibir cómo el deseo aún ardía en él, a pesar de que habíamos tenido que separarnos bruscamente. Sus pupilas dilatadas y el rubor que cubría sus mejillas delataban lo mucho que le había costado contener esa oleada de pasión que momentos antes nos había envuelto a ambos.

Era evidente que, incluso con la aparición inesperada de Lola y los gritos de Ana al otro lado de la puerta, Ramón aún anhelaba retomar aquella conexión íntima que habíamos logrado construir. Su mirada suplicante y la forma en que sus dedos acariciaban suavemente la piel de mi cuello me lo demostraban sin lugar a dudas.

Estaba a punto de mirar hacia abajo para confirmar lo que ya sabía, fruto de aquel arrebato apasionado, y comprobar que efectivamente lo que estaba ocurriendo entre Melendi y yo iba más allá de simples besos, cuando de pronto escuché el insistente timbre de la puerta acompañado por la llamada entrante en mi teléfono.

Conocía bien a Ana y su carácter persistente. Aunque yo tampoco era precisamente paciente en ese momento, sabía que tenerla esperando al otro lado de la puerta no me traería nada bueno. El miedo a enfrentarme a ella fue más fuerte que la emoción que Ramón y yo compartimos, y esta prácticamente se desvaneció cuando volví a escuchar su voz y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora