Capítulo 47

161 11 4
                                    

Eterno
Vanesa Martín

Narra Vanesa

Temblaba no podía evitarlo, todo lo que por tanto tiempo intenté olvidar volvía, de cara, sin anestesia previa, me había ostiado terriblemente.

- En mi caso se trata de una tarde lluviosa. Salía de trabajar y justo ese día de tormenta dejé las llaves del garaje en casa, por lo que no me quedó de otra que echar a correr bajo la lluvia. Fue entonces que escuché un llanto, lejos pero no como para estar fuera de mi campo de visión, y cubierto tras unos matorrales para no acabar empapado como yo, un pequeño bebé. Estábamos solos y llovía, así que lo tomé y lo metí en casa. Se trataba de una pequeña de apenas dos meses y una historia tremenda detrás.
- Espera… - Intenté.
- No, déjame seguir. Tocaron a la puerta, una mujer poco mayor que yo, angustiada y terriblemente culpable. Ella me entregó un sobre en el que me contaba su historia, como aquella niña había ido a parar a mis manos. No te niego que fui egoísta, pude haberme negado, haberla entregado, nadie me obligó, pero lo hice. Creyendo que era lo mejor. La crié como mi hija, lejos de todo, ajena a quién era y a su pasado. Su único contacto fue Inma, ella iba y venía, se encargaba de ver que la niña estaba bien y me contaba lo que sabía de su hermana.

Notaba las lágrimas bajar por mi mejilla y cada palabra retumbaba con fuerza en mi cabeza. Deseaba que se callara, ser ajena a esto, pero no, había algo que me podía, algo que era más fuerte que mi ignorancia. Algo más doloroso.

- Al principio no te la entregamos por miedo, ambos… estábamos en eso. Luego, tras mucho investigar, la vimos. De público en uno de tus conciertos, así repetidas veces, siempre camuflada entre la gente, pero seguía teniendo esa mirada depredadora, y tú eras la presa. Pensamos que mientras ella siguiese pensando que la niña estaba muerta y tú también nada malo tendría que suceder, que terminaría por dejar de darle importancia. Y nuevamente nos equivocamos. Cinco años más tarde, en una de las visitas de Inma antes de acercarse a la playa con la niña dejó un sobre en mi mesa. Dentro había una carta, era una citación de Helena, quería hablar con ella, no ocultaba sus malas intenciones, pero sabía que la niña estaba viva y pensaba que estaba con ella. Tal vez ese día discutimos más que nunca, me negué a que fuera sola, podía hacerle cualquier cosa, pero Inma me lo impidió, argumentando que si yo también iba la niña quedaría totalmente descubierta y todo lo que hicimos durante años sería tiempo perdido. Así que sí, fue sola. Y me arrepiento cada día. A ratos pienso que hice lo correcto que la protegimos e Inma pagó con creces todo lo que hizo. Pero aquí nadie es tan malo ni tan bueno, este es el mundo real y no existe el bueno y el malo.
Al poco tiempo Inma murió, como bien sabes una muerte repentina, pero conocida la causa, al menos para mí. Ni siquiera fui al funeral, no lo ví prudente. Seguí con nuestros planes más dispuesto a triunfar que nunca. - Me miró conteniendo las lágrimas. - Ella hizo todo lo posible por arreglar las cosas, Inma no tiene la culpa de nada, de hecho es por ella que… bueno. Cuando Helena le dijo que corriera lo hizo, cogió a la niña y huyó, de todo y de todos, incluyendo a su hermana que durante meses la buscó desesperadamente. - Volvió a llevar la vista a algún lugar y con la mirada perdida y haciendo un esfuerzo continúo.

Aunque para mí ya era suficiente no podía hablar, no podía callarlo, pararlo, ni desaparecer. Tantos sentimientos contradictorios me volvían loca. Solos en aquella habitación de hospital, reviviendo lo que posiblemente ha sido mi peor momento.
La historia que nunca quise contar.
Aquella que durante años guardé bajo llave y hoy había sido descubierta, pero completa.

- En el momento que se apuntó a la voz supe que nuestro tiempo se agotaba, lo evité por años, pero es imposible dar esquinazo al destino y sucedió. Sabía que de una forma u otra ella volvería a su hogar. Y este era un buen momento, hasta hace poco pensé que las aguas estaban calmadas y todo pasó. Pero ya ves, no hay que descuidarse. Aquel día, de camino a celebrar que había superado las audiciones, entre la gente que os esperaba, la ví, de nuevo arropada por vuestros fans, y ella me vió a mí. En ese momento supe que lo había descubierto. - Descargó sus hombros como soltando ese pensó que llevaba años cargando. - Hace unos días quedé con ella en la puerta del Sol, un lugar concurrido, tan lleno de gente que casi no podíamos hablar. Intenté negociar, hacerle ver que esto hace tiempo no tenía sentido, vuestra historia terminó y tú ya sufriste. Pero está mal, es más creo que tiene un problema, pero de verdad. No descansará hasta verte como a ella y no puedo permitirlo. No sé en qué momento, pero estoy seguro de que volverá, sólo te pido que estés pendiente, alerta a cualquier cosa y la protejas, yo ya no puedo hacer más. Te vuelve a tocar. Sólo te pido que entiendas, no la tomes con ella que no tiene la culpa, Lola no sabe nada, ella sólo es una niña. Es tu hija.
- Pero…
- Sí, sé que es difícil, que necesitarás tiempo, pero no te demores demasiado. Ya ves, la vida vuela y tú ni te das cuenta.

No podía ser.

Simplemente no era capaz de procesar todo.

Inma.

Helena.

Lola.

¿Cuántas personas habían sido víctimas de una loca obsesionada con ganas de venganza?

¿Cuántas más?

Por más que quería estaba estancada, no podía creerlo. Todas las piezas empezaban a encajar dando sentido a todo el puzzle. Los parecidos, los recuerdos que traía, la complicidad, todo encajaba, incluso Helena. Tenía sentido pero me negaba a admitirlo, después de tanto tiempo, tanto dolor, noches de eterno llanto, sin dormir o hacerlo sola, porque así era, así llevo sintiéndome ocho años, y lo acabo de ver.

- Ya estamos aquí. - Dijo aquella voz sacándome de mis pensamientos. - Mirad que hemos traído. - Exclamó a la vez que mostraba un par de chocolatinas de chocolate salado.

Estaba allí frente a mí, con un par de bocadillos y esas chocolatinas que tanto me gustaban, tomada de la mano de Melen, con la misma sonrisa los dos y mi mirada clavada en ella. No podía apartar mis ojos cristalinos de ellos, de ella, porque la veía de otra manera.

- ¿Estás bien? - Melen preguntó lo que ambos pensaban?
- Sí, sí. - Respondí sin siquiera disimular. - Voy al… baño. - Dije escabulléndome.

Necesitaba salir, tomar el aire, respirar mejor, y dejar de temblar porque casi no me mantenía en pie.

- Necesitas… - Empezó pero lo corté rápido.
- No, estaré de vuelta pronto. Guardadme un chocolate.
- Los que quieras, están malísimos.
- ¡Oye! - Regañó Lola.

Joder, ¿cómo no me dí cuenta antes?

.
.
.
¿Estamos más en situación?

Creo que actualicé prontito. Espero que hayáis disfrutado.

Un saludo 💜

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora