Capítulo 58

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3 A.M
Jessy & Joy & Gente de Zona

Narra Vanesa

Nada me importaba ya, necesitaba esto, saber lo que se sentía, darnos la oportunidad, y llegados a este punto no podía parar.

Tal vez sí que tuviera razón, y el vino tuvo algo que ver. Más si esto no resultaba no tendríamos que ir más allá, pero si por el contrario resulta que en esto nos compenetramos una mitad de lo que lo hacemos como amigos, hemos triunfado.

Mi cuerpo estaba sobre el suyo, en el suelo, mientras entre besos perdíamos la respiración. Sus manos tocaban toda la piel que podían, haciendo y deshaciendo a su antojo.

Tiró de mis pantalones y en segundos quedaron fuera de juego. Buscaba el botón de sus pantalones quedando en igualdad de condiciones, con él sobre mí besando cada centímetro de mi torso.

- ¿Qué es eso? - Gruñe en mi cuello. - ¿Te están llamando?
- Déjalo. - Respondí volviendo a atraerlo hacia mí.

Quería ignorarlo, seguir con esto y pasar una noche en paz, pero no podía ser, ya no. "Perfect" seguía sonando y empezaba a descentrarme o ya no sé si lo contrario.

Intentábamos seguir lo nuestro acompañados de aquella melodía que sonaba sin descanso en mi móvil. Y mientras Pablo desabrochaba mi sujetador yo sólo podía pensar en por qué no cambié su tono de llamada, nunca hasta ahora lo pensé.

- Deberías cogerlo. - Dijo rendido y molesto a partes iguales.
- Espera... - Contesté tomando aire.

Sabía de quién se trataba y aunque estaba preocupada por la hora a la que me llamaba, tampoco quería cogerlo en ese estado de excitación. Volví a abrochar mi sujetador y salí de debajo de Pablo para tomar mi teléfono.

- ¿Y ahora qué? - Pregunté.
- Llama, después del coñazo que han dado. - Respondió tumbándose en el sillón.
- Voy a por agua. ¿Quieres? - Ofrecí sin mucha gana, realmente estaba fastidiada.
- Agua... necesito una ducha

Dejé un último beso en sus labios y me alejé con el móvil entre mis manos. Di un par de sorbos al agua y marqué su número.

- Ay, gracias a Dios que llamas. - Exclamó al otro lado.
- Eres consciente de la hora qué es. - Regañé pero sin ser capaz de enfadarme, en el fondo estaba preocupada. - ¿Qué ha pasado? - Pregunté apoyándome en la encimera y dando otro trago de agua.
- No sé si es gra... Espera... ¿Estás bien? - Casi sentía su mirada inquisidora en mí.
- Eh sí, sí... - Me aclaré la voz, volviendo a la calma lo más rápido que pude. - Claro, ¿por qué? - Disimulé digna de un Óscar.
- Te noto...extraña. - Dijo lentamente tras meditar sus palabras.
- Pues no sé. - Me desentendí. - Me vas a contar qué pasa o me has llamado a las dos de la mañana para decirme que estoy... extraña. - Ataqué.
- Son las tres. - Corrigió. La verdad es que el tiempo había pasado volando.
- Ramón.
- Vale sí, perdona. Te cuento. - Lo noto preocupado y no puedo evitar que esa preocupación me invada también. - Te juro que he intentado no llamarte, no quería despertarte...
- Tranquilo, no podía dormir. - Dije una verdad a medias.
- Pues yo tampoco, llevo dos horas intentando bajarle la fiebre y empiezo...
- No jodas. - Interrumpí. - ¿Tiene fiebre?
- Eso creo. - Escuchaba sus pasos, se movía por la casa. - Está dormida, pero tan rápido como empieza a tiritar se pone a sudar. He intentado todo y no sé qué hacer. - Dice desesperado esperando mi ayuda, ayuda que yo no puedo brindarle.
- ¿Le has dado algo?
- Sólo hay pastillas, y ya lo he intentado, ni batidas las quieres.
- Mierda. - Respondí entre dientes. - ¿Está muy mal?
- No sabría decirte.
- Llévala al médico, qué te digo.
- ¡Pero que no quiere!
- La llevas y punto, en mi casa no hay gran cosa para darle y de todas formas tienes que salir y comprar algún jarabe.
- Ya, es que no quiero dejarla sola. - Mi corazón se estrujó y una vez más deseé estar junto a ellos. - ¿No le pasará nada, verdad?
- No lo creo. - Me lo pensé. - ¿Llamo a mi madre?
- Eh... no, no creo que debamos molestar a Toñi por esto.
- Toñi se va a molestar como no la molestemos.
- ¿Qué hago? - Repitió preocupado. - De verdad no tengo ni puta idea, yo no pensé que esto pasaría.
- Son cosas de críos, enferman cada dos por tres, no tienes que preocuparte tanto. - Le dije pero más para intentar convencerme a mí. - A ver, pásale el teléfono a Lola, quiero hablar con ella.
- ¿Y yo?
- Pues... ¿te acuerdas de dónde está la farmacia?
- Ehh sí, claro. - Contestó tras pensarlo un poco.
- Bien, yo me quedo hablando con ella, tú corre y explica al farmacéutico lo que tiene, creo que será de más ayuda que yo...
- Si tú estuvieras aquí esto no hubiese pasado. - Me interrumpió muy seguro de sí mismo.
- Ya te he dicho que es normal. No te agobies, pasa el teléfono, si está despierta y vete, sino simplemente déjalo en altavoz en la mesilla. - Dije claro.
- A sus órdenes. - Contestó como un soldado, y me apuesto lo que sea a que llevando su mano a su frente como estos hacen cuando reciben órdenes de sus superiores.
- Anda, tira. - Apremié con una sonrisa.

Como Lola había vuelto a dormirse dejó el móvil a su lado, escuché cómo corría por el pasillo y el sonido de la puerta al cerrarse. Yo seguía a medio vestir, apoyada en el mármol frío, como si lo que minutos antes estuvo a punto de pasar, no fuese más que un vago recuerdo y toda mi atención se centraba en esa niña cada vez que la escuchaba toser al otro lado.

- ¿Papá? - Llamó.
- Lola, estoy aquí. - Respondí vaciando mi mente de otras cosas que no sean ella. - ¿Cómo te encuentras?
- ¿Vane?
- Cariño...
- ¿Dónde estás? - Preguntó haciendo notar lo dormida que seguía.
- Coge el teléfono, a tu lado.

Sabía que buscaba entre las sábanas hasta dar con él y como si no fuesen más de las tres empezó a hablar conmigo. Notaba esa falta de energía que tanto la caracterizaba, pero aun así notaba ese entusiasmo rebelde que sentía al hablar conmigo a estas horas. Hasta que llegó Melendi.

Tras varios intentos logramos que se tomara la dosis correcta de los jarabes, luego no tardó en dormir nuevamente. Sin embargo yo seguía al otro lado del teléfono, sin colgar, y sin moverme, sin saber por qué.

- ¿Ha habido algún problema? - Rompí el silencio.
- No. - Respondió pero sabía que quería añadir algo más y se estaba debatiendo en si hacerlo o no. - ¿Te acuerdas de Marcos? - Dijo finalmente.

Por un momento me había quedado pensando, tampoco conocía tantas personas con ese nombre, pero es que no lo conocía ni a él.
Finalmente, y tras hacer un poco de memoria, me acordé de aquel famoso farmacéutico que lo atendía las noches que corría a la farmacia por alguna urgencia.  Sobre todo los meses de embarazo, en los que he de admitir, que estaba más irascible de lo normal, pero él y su famoso amigo Marcos, a quién de vez en cuando le pedía consejo, lo sabían llevar muy bien.

- ¿Tu amigo? Me temo que sigo sin poder conocerlo, no se ha dado la casualidad.
- Por una parte me alegro, pero no me puedo creer que hayan pasado tantos años y el tío siga igual, mismo puesto de trabajo, misma bata blanca, su paciencia intacta de madrugada...
- ¿Cómo si el tiempo no hubiese pasado?
- No sobre él. - Quiso dejar en claro.

¿Cómo decirle?

La pregunta llevaba tiempo rondando mi mente, más nunca llegaba a formularla y me consolaba diciéndome que no era el momento, una vez más.

Me volví a poner mi ropa que estaba tirada por el suelo y subí a la habitación. Él estaba sentado en la cama, con su pijama puesto y recién duchado. Cogí una de sus camisetas y la usé a modo de camisón, nos tumbamos y terminamos la noche por todo lo alto, pero no de la forma en que un rato antes esperábamos, sino simplemente durmiendo plácidamente abrazados, refugiándonos en el otro.

Una vez más...

.
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No he tenido tiempo para más, pero espero compensar pronto.
La cosa va a empezar a ponerse buena, y qué decir cuando Melen se entere.

Disculpas y hasta pronto 💜
Más y no sé si mejor
...

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