Capítulo 20

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Narra Vanesa

La semana pasó, y yo en el estudio en el estudio. Solo salía para comer con Ana y volver a mi casa cuando no tenía más opción.

Los sentimientos estaban a flor de piel y las canciones salían solas, como mis lágrimas. Pero independiente del proceso, el resultado fue magnífico.

Definitivamente, una de las semanas más productivas de mi vida.

No había vuelto a ver a Pastora desde esa mañana después de nuestra "noche de chicas". Pero aquella conversación me dió mucho que pensar.

Esta vez fue Ana la que me estuvo acompañando. Le conté todo lo que me había pasado últimamente, y como siempre no dijo nada, no me juzgó. Me acompañó en el sentimiento y me agarró fuerte una vez más para seguir adelante.

Y así fue, esta semana no asistí a ninguna reunión. Ana fue como mi mánager y representante, firmó y decidió todo lo que hizo falta. Ni siquiera le he preguntado qué se trató en las reuniones. Confío plenamente en ella y si hubiesen hablado algo importante me lo habría dicho. No estaba para tonterías.

Ayer por la noche hablé con Pili y quedamos en que hoy me recogería a las 17:00 y llegaríamos juntas para los ensayos de las primeras batallas.
Otra de las razones por la que iríamos juntas era que esta noche sería la fiesta en casa de Bisbal. Decidimos adelantarla un día y así mañana por la tarde llegaríamos todos juntos para la primera noche de batallas.

¿Qué mejor que un día de fiesta con tus amigos antes de las decisiones difíciles?

Puede que lleguemos juntas, pero lo más posible no lleguemos a casa, ninguno. Entre unas cosas y otras esto se suele alargar. Por eso quedamos en ir juntos a las batallas.
Lo cierto es que todos estábamos dispuestos, pues en el fondo nos daba la oportunidad perfecta para desconectar y evadirnos un poco de nuestras responsabilidades.

Antes de salir cogí el bolso y una ropa de cambio para después, pues nunca se sabe.

Mientras bajaba escuché un coche aparcar en mi puerta, cogí las llaves, cerré la puerta y salí de casa.

Pilar se bajó para darme un abrazo y metimos las cosas en el maletero. Como era su coche conduciría ella, yo me encargué de poner la música.

Mientras escuchábamos la música de fondo tuvimos una conversación acerca de lo que hicimos esta semana tan ajetreada, pues no tuvimos tiempo ni para tomar un café juntas.

Mejor dicho, yo no quise tener tiempo.

De todas formas estoy segura de que Ana ya la ponía al día.

- ¿No me vas a contar nada de esa nueva canción tuya?
- Pili ya sabes que tu eres vip, la puedes escuchar cuando quieras.
- ¿Me la vas a cantar?
- De momento te vas a tener que esperar a que la grabe.
- Y yo era la vip - Dice rodando los ojos.
- De verdad que impaciente eres.
- Bueno, ya que no me la vas a cantar ¿me dirás a quién va dedicada?
- A nadie. Yo sólo escribí y... pero no, no es de nadie.
- Vamos a hacer como que te creo. Pero por favor quita esa falsa cara de indiferencia. Menos mal que no decidiste ser actriz, gracias a Dios.
- ¿¡Tan obvia soy, enserio!?
- Para mí sí.
- Estás simpática hoy...
- Yo al menos no vivo amargada.
- Auch - Dije poniendo mis manos en el pecho para darle más dramatismo a la escena.

No me fijé en la mano que mi amiga descargó sobre mí en una suave colleja, haciéndome soltar un leve quejido.

- Te has pasado.
- Creo que me he quedado corta y todo, niña.
- ¿Debo considerarme afortunada?
- Pues...
- Mira déjalo. - La corto antes de que la conversación se dirija a dónde no quiero.
- Entonces necesito una compensación.
- Encima.
- A ver... Ya sé, ¿cómo se llamará la canción?
- Inmunes.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora