Capítulo 4

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Narra Vanesa

Rosario acababa de completar su equipo. Sólo quedamos Melen y yo, ambos con un solo hueco en nuestros equipos.

Es muy difícil, debemos elegir a la voz perfecta, o algo así estoy esperando. No he vuelto a girarme desde la actuación de Marta. Ella fue la penúltima talent que debía escoger y he estado a punto de girarme con Rosario y David, pero la conversación con esa niña al oído me dejó pensando.

- ¿Sólo te queda un hueco en tu equipo?
- Sí - Me extraña que me haga esa pregunta porque ella ya está dentro.
- Entonces espera, no te gires - Estoy alucinando cómo voy a hacer eso.
- ¿Se puede saber por qué no debería girarme?
- No, a ver. Claro que te tienes que girar. Lo que te quiero decir es que no seas impaciente, espérala.
- ¿A quién? - Esto cada vez era más surrealista.
- No puedo decirte su nombre, pero en cuanto la escuches lo sabrás - No me dió tiempo a responder porque ya iba corriendo a los brazos de David.

Llámenme loca porque sí, aquí estoy. Esperando a alguien que no sé quién es, para girarme y completar mi equipo.

El sonido de unos pasitos a lo lejos me sacan de mis pensamientos. Segundos más tarde comienza a sonar una melodía que reconocería en cualquier lugar, "90 minutos".

Se escuchó cantar a una niña. Su voz me resultaba mágica, dulce y con personalidad, pero sin dejar de hacérseme parecida.

Era increíble lo que esta niña me estaba haciendo sentir incluso antes de llegar al estribillo, mejor dicho, nada más abrir la boca. Mis bellos estaban de punta, y mi corazón estaba desbocado haciendo recordar, y con las lágrimas apunto de salir de la emoción.

Definitivamente era esta, no tenía duda. Este sería el broche de oro con el que cerraría mi equipo.

Antes de darme la vuelta miro al público frente a mí que parece emocionado y después a Melen, que está igual que yo.

Se da cuenta de que le estoy mirando y me sonríe, sin embargo esa sonrisa esconde mucho más de lo que aparenta. Melendi y yo nos conocemos hace muchos años, y somos perfectamente capaces de comunicarnos sin necesidad de palabras. En este caso sus ojos me confirmaron lo que ya sabía, esta niña es magia.

Justo entonces pulsamos los dos el botón, prácticamente en el mismo momento.

Antes de que la silla termina de girarse asomo mi cabeza y dirijo mi vista al escenario para, por fin descubrir a la responsable de semejante maravilla.
En el escenario hay una niña, la cuál no creo que supere los nueve años. Llevaba unos vaqueros azules y una camiseta blanca con finas letras que no alcanzaban a leerse bien, y no porque yo no hable inglés, sino porque estaban un poco tapadas por una americana negra que tenía el final de las mangas doradas. Llevaba el pelo casi liso y su flequillo estaba cuidadosamente peinado.

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