Imán
Vanesa MartínNarra Vanesa
Los días pasaron y mi estado anímico no mejoró, ni la situación en la que me encontraba.
Tuve un momento de valentía en el que le conté todo a Pastora. Aunque luego de hablar con ella volví a huir, me encerré en mí misma y pasé la semana sin hablar más que con Lola por las noches.
Ella seguía queriendo verme y hablar conmigo, pero no puedo decir lo mismo de Melendi, con el que no me he dirigido una palabra desde aquella noche. Al menos hasta el día de hoy.
No podía retrasarlo más, hoy teníamos que grabar sí o sí los asaltos de La Voz. Me sentía más reconfortada al saber que estaría rodeada de amigos y compañeros, entre ella mi Amparo, pero también estaría Pablo, con el cual llevo sin hablar más o menos lo mismo.
Y no podía negar que estaba nerviosa.Esta vez llegué sola en mi coche, y como no, tarde.
Por ello, y para evitar encontrarme con él, aunque eso no lo aceptaría, fui directamente donde Sole a arreglarme.
La conversación con ella fue amena. Echaba de menos esas charlas en las que no tenía que estar pendiente de qué decir, cómo decirlo, hablando verdades a medias, sino simplemente decía lo primero que se ocurría porque no tendría la mayor relevancia.
Tras unos últimos retoques y consejos para que no descuidase mi pelo me dejó ir, y sí, todos estaban en plató, listos para empezar a grabar.
Lo bueno, es que esta vez no saldríamos todos juntos, sino que lo haríamos con nuestros respectivos asesores, justo como en las batallas.Para cuando llegué, sólo quedaba David y luego tendría que salir yo con Pastora osea que llegué justo a tiempo.
No puedo negar que estaba nerviosa, me temblaba la voz y las manos, no sabía bien a donde mirar, por no hablar de que ya ni recordaba lo que tenía que decir, si es que tenía algo importante que decir.
No sé si saben de esas situaciones que son inminentes que se den, y por ello tu mente las recrea una y otra vez, eso sí, de diferentes maneras, escenarios distintos y diálogos variados, preparándote para cualquier cosa que se pueda venir, todo a lo grande, bueno o malo. Tienes claras todas las respuestas, todos tus argumentos, te crees lista para todo.
Pero no es que simplemente no pasa nada de lo que pensaste, sino que estabas tan entusiasmado imaginando mil y una situaciones que se podían haber dado, que una parte de tí se siente decepcionada al comprobar, que ni para bien ni para mal, no tuvo mayor relevancia, al menos no como tú esperabas, pues realmente no era para tanto. Y así fue.Con mi mejor sonrisa de cámara salimos juntas, y sí, me dedicó una mirada, sólo una, porque luego todo fueron risas, bailes, bromas y música, mucha música, pero no entre nosotros. Él ni me habló.
Tiré de mi parte más profesional y logré disfrutar, actuaciones como la de Lola me calaron muy adentro y está feo decirlo porque es mi hija, pero qué bien lo hace. Durante su actuación lo miré un par de veces, pero él no apartó su mirada de ella ni un segundo.
Al terminar corrió hacia mí y se echó a mis brazos, la había echado tanto de menos. Y ella a mí.
Me hizo prometerle en susurros que luego de grabar iría con ella, antes de que tuviera que irse con el resto de su equipo, o a otro sitio en caso de no pasar. Y otra vez mi cabeza volvió a dar vueltas, porque ella no sabía nada, pero algún día tendríamos que contárselo, aunque nos odie, pero por las malas aprendí que mejor pronto que tarde.
Tampoco tenía claro si pasarla, no porque la actuación no hubiese sido lo suficientemente buena, sino porque si algún día se sabía que ella era mi hija, la gente pensaría que todo estaba amañado y no tenía ganas de dar explicaciones a nadie. Pero tampoco iba a permitir que la tacharan de enchufada. Porque su talento y obstinencia eran innegables y si esto es lo que quiere hacer sé que lo va a conseguir, sino no es en este programa, será por otra cosa, y aunque el camino fuese largo lo lograría.
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Segunda oportunidad
DiversosVanesa Martín está en el mejor momento de su carrera musical. Para ella todo está bien hasta que La Voz kids trae a ella su pasado, y tira todos sus planes y esquemas al suelo. "¿Acaso existía un anhelo humano más triste -o más intenso- que desear u...