Capítulo 31

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A un paso de la luna
Ana Mena & Rocco Hunt


Narra Vanesa

Los rayos de sol que lograban colarse por la ventana daban directamente en mi cara, aún con los ojos cerrados los notaba calentando mi cuerpo desnudo. Lentamente volvía en mí después de una noche maravillosa, los recuerdos de esta poco a poco venían a mi mente e inconscientemente una sonrisa se dibujaba en mi rostro.

Sentía su cuerpo pegado al mío, sus brazos fuertes y llenos de tatuajes me abrazaban anclándome a él y notaba su respiración tranquila en mi cuello.

Me sentía descansada, en calma, como un nuevo día, me sentía una persona diferente a ayer, aunque apenas dormimos más de 3 horas. Abro despacio mis ojos, evitando mirar directamente a la luz que se colaba por el cristal, y sin moverme hacía un recorrido por la habitación con la mirada. La habitación en sí estaba igual, era nuestra presencia la que la hacía sentir diferente, nuestra ropa tirada por el suelo y la cama revuelta.

Intentado hacer los mínimos movimientos me di la vuelta. Aproveché para separarme un poco de él, pero sin dejar de sentir sus brazos sobre mí o nuestras piernas entrelazadas. Lo miraba, deteniéndome en cada esquina de su cuerpo, cada lunar, cada tatuaje, algunos sin mayor significado que el de un adolescente con ganas de probar algo distinto, y otros, otros más profundos, meditados, pero no demasiado.

Lo acariciaba, tímida al principio, enredando mis dedos en su cabello y luego pasando suave por su pecho desnudo, lo acariciaba mientras volvía a unirme a él, acercándome lo más posible, escondiendo mi cabeza en su cuello, con los ojos cerrados nuevamente y respirando de él. Ambas respiraciones perfectamente sincronizadas.

Me incorporo cuando escucho la puerta abrirse. Rápidamente agarro la sábana a nuestros pies y con ella tapo nuestros cuerpos desnudos. Agarrando a Melen que se había despertado para que no mueva la sábana ni un milímetro, lo miro y comprende a la perfección, pero no me suelta, en ningún momento.

- ¡Buenos días marmo... - Las palabras de mi amiga murieron en su boca cuando se dió la vuelta. - Perdón...

Asomó afuera su cabeza y retrocediendo un par de pasos cerró de un portazo la puerta.

Y ahí nos quedamos nosotros, mirando fijamente la puerta, con el corazón desbocado y un gran susto en el cuerpo.

Volvimos a mirarnos a los ojos y de nuevo la realidad nos golpeaba, haciéndonos despertar de este sueño maravilloso, plagado de entrega, amor, pasión y cómo no, locura.

Otra vez mis dudas, los recuerdos, la razón...maldita razón.

- ¿Crees...crees que dirá algo?
- Ten fe, este es el menor de nuestros problemas. - Respondí con la voz algo ronca.

Me recosté en el cabecero de la cama y me llevé las manos a la cabeza mientras recordaba todo lo que había pasado, y hacía balance de todo lo que esto conllevaba.

- Joder... - Dije casi en un suspiro. - ¿Qué... he hecho?

Apenas puedo aguantar las lágrimas, la culpa al acordarme de Pablo me carcome por dentro y me siento peor al tener la certeza de que no me arrepiento de nada.

- Amor, ¿estás bien?

Escuchar a Melen hablarme así, a la vez que suavemente recoge con sus dedos alguna lágrima traicionera, me rompe aún más.

¿Qué estás haciendo María Vanesa?

Yo que siempre quise las cosas claras, sin mareos.

Y aquí estoy.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora