Capítulo 55

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Si pudiera
Vanesa Martín ft Jessy & Joy

Narra Vanesa

Desperté temprano y mientras Lola dormía monté las cosas en el coche.
Tras un buen rato discutiendo lo convencí para que se quedara con el coche, pues de todas formas lo dejaría en Málaga. Y cuando ellos se fueran mi hermano lo recogería del aeropuerto y ya está.

Apuré hasta el último momento, con Lola pegada a mí, tomada de mi mano o en brazos. Ambos me acompañaron al aeropuerto, hasta la misma puerta de embarque dónde una vez dieron paso a los pasajeros me despedí de ellos.

Tal vez fue el séptimo abrazo de despedida que me daba, casi había perdido la cuenta, de las múltiples veces que me había pedido que la llamara, y sus "¿seguro que tienes que irte?".
Melen y yo también nos despedimos y se podría categorizar como nuestra despedida más fría, abrazo y un par de besos, uno por mejilla.

- ¿No la vas a besar? - Preguntó a Melen en un susurro.
- Hay mucha gente. - Respondió en el mismo tono mirando alrededor.
- Claro, tienes razón. - Dijo como entendiéndolo todo. - Aunque si quieres yo vigilo. - Añadió.

Melendi solamente negó con una sonrisa, mirándome y conteniendo la risa sabiendo que lo había escuchado todo.

Mientras me alejaba tuve el impulso de volver, pero lo frené y solamente me giré una vez más. Estaban ahí parados, ella en brazos de Melen, ambos con una sonrisa y moviendo sus manos en alto a modo de adiós. Igualitos.

Respondí del mismo modo, con una sonrisa y lágrimas contenidas mientras movía mi mano aún estando de espaldas a ellos.

...

Cómo no, el trabajo no perdona y nada más volver tuve que ponerme al día con Ana, que cabe decir estaba muy contenta de mi vuelta, aunque también muy pesada. Quería información que no existía y de vez en cuando encontraba la excusa perfecta para sacar el tema.

En cuanto a mi vida personal desarrollé una nueva rutina.

Durante el día trabajaba sin descanso para compensar los días de ausencia. A la hora de la comida Pablo solía reunirse conmigo, en cualquier bar, mi casa o en el estudio. Compartíamos un rato y juntos como antaño, él estaba súper entusiasmado con nuestra escapada, y aunque yo también, seguía teniendo la cabeza demasiado saturada. Por eso decidimos aplazarla un poco, en teoría hasta que recuperase el tiempo perdido de trabajo.
Hablar con él de el buen día que hacía o nuestros trabajos se me antojaba lo más tranquilo y adecuado en estos momentos en que todo resultaba ser un caos a mi alrededor.

Solía llegar tarde a casa, pero eso no me impedía estar emocionada esperando la llamada entrante en mi móvil que ya era costumbre.

A veces me pillaba cenando y otras en el piano, pero siempre había un hueco para hablar con ella, de cómo fue su día. Me contaba cosas que casi no tenían importancia pero para ella eran el último descubrimiento, siempre con sed de conocimiento, me contaba todo con detalles.

En un momento dado de la conversación Ramón se acercaba a ella y le decía que había llegado la hora de acostarse. Volvía a repetir su discurso de cada noche, dejando claro que ansiaba verme y que las noches sin mí no eran lo mismo. Aunque según me había contado, no dormía sola.

- Buenas noches corazón. Qué duermas bien. - Respondí mientras miraba a la nada imaginándola corriendo descalza por el pasillo, con su pelo suelto y flequillo despeinado, dejando el móvil en las manos de Melen para que él también me pudiera dar las buenas noches.
- ¿Cansada? - Preguntó al otro lado de la línea.
- Ni te imaginas.
- Sacar un disco nunca es fácil.
- Tú lo has dicho. - Dije dando paso al silencio.
- ¿Qué vas a hacer mañana? - Preguntó antes de que se creara el típico "hielo".
- Trabajar.
- Aparte.
- Haré música.
- Ummm no sé cómo tomármelo. - Bromeó.
- Joder, ¿qué te crees? Soy cantante. - Lo corté sintiendo el calor en mis mejillas y una sonrisa tonta. - Y los cantantes hacen música, por si no lo sabías.
- Entonces tienes buena voz.
- Supongo. - Digo poco convencida, no por mi voz, sino por su juego absurdo. No sabía dónde me estaba metiendo.
- Sí, sí, no es una pregunta.
- ¿Me has escuchado?
- Uy sí qué placer. - Y río fuerte, tapando su boca para no despertar a Lola si dormía.
- Ya, gracias. - Me hice la tonta.
- A ver, lo digo en serio. - Pero lo conocía y quería contener la risa. - Cantas muy bien y escucharte siempre es un placer. - Intentó arreglarlo.
- Agradece que estamos a cientos de kilómetros porque sino me ibas a escuchar de verdad.

Y seguía escuchando su risa al otro lado, quería parar y no podía, yo esperaba paciente, lo que es raro en mí, pero a diferencia de lo que en otro momento pude pensar no estaba enfadada como él creía, sino que no podía borrar la sonrisa en mi cara.

Llevamos días en contacto, al principio todo fue más frío e incómodo pero conforme pasaban los días y las llamadas no volvíamos más nosotros, a veces demasiado.

- Gracioso te dejo, que mañana tengo que madrugar. - Intervengo.
- Uf, qué pena... - Me copia.
- Lo sé.

Por unos segundos se hizo el silencio, esperando que el otro colgara pero ninguno hacía nada por cortar la comunicación.

- Hasta mañana. - Se despide por octava vez.
- Buenas noches. Dormid bien.
- Igualmente. Tápate bien.
- Las noches están frías, y más en mi cama.
- ¿Duermes sola?
- Sí, claro.
- Ah. - Suspiró. - Mejor, más espacio. - Dice restándole importancia a su reacción.

Iba a colgar cuando recordé que la llamada de mañana tendría que ser a otra hora. Pastora me había invitado, mejor dicho obligado, a cenar mañana en su casa, una cena con segundas. Llevaba días posponiéndola y las excusas se me estaban terminando.

Por otro lado me vendría bien hablar con alguien, soltar un poco de todo lo que llevaba dentro y ella sabría ayudarme.

Necesitaba esa cena.

- Mañana voy a cenar con Pili. - Digo rápido antes de que cuelgue.
- ¿Qué?
- Ya sabes cómo es, no puedo negarme.
- ¡Qué va! Eso es genial. Salúdala de mi parte.
- Tranquilo, siempre que voy me pregunta por tí. - Le revelé.
- Entonces no me dejes en mal lugar.
- Me lo pensaré. - Le pincho.
- Esto es serio, tú amiga me mata como...
- Nene, no pasa nada, no dejaré que te toque un pelo.
- Vale. - Contesta más tranquilo. - Mándanos un mensaje cuando puedas hablar.
- Descuida, que no os desharéis de mí tan fácilmente.

Cuando cortamos la comunicación el frío me atrapó, siendo el principal presente en mi habitación. Sentía que me faltaba algo, y en medio de ese silencio sólo podía pensar. Imaginarlos juntos, tranquilamente durmiendo, luchando por el espacio en la cama y yo con un colchón entero para mí, y sin nadie con quién compartirlo.

Y daba igual la postura, porque cuando el insomnio te elige, la noche pinta larga. Dí un par de vueltas más por casa despertando a Carmela en el proceso. Subí a mí habitación para intentar "descansar" pero el tiempo pasaba y el sueño no hacía ni por aparecer esta noche.

Asíque, sin pensarlo mucho, bajé las sábanas que me cubrían y cogí los primeros vaqueros que ví, una camiseta y una chaqueta para resguardarme del frío de la noche madrileña.

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Yo sólo digo: estad preparados
...
Las noches sin dormir

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora