Narra Luis
- Esto es todo por hoy, podéis dejar los instrumentos en su sitio y salir ordenadamente. ¡Y buen fin de semana! - No estoy seguro de que hayan escuchado esto último, pues la mayoría de ellos, ya están fuera. Sin embargo, no me importa mucho, es viernes y aunque sé que no me hace tanta ilusión como a ellos, estoy feliz.
Tras haber comprobado que tanto las ventanas como las puertas están bien cerradas me dirijo a los aparcamientos en busca de mi coche.
Estoy deseando llegar a casa.Cuando apenas me quedan 10 metros para llegar hasta mi coche, escucho la voz de alguien llamándome.
- ¡Luis, espera! - En un momento está Eric a mi lado con las manos apoyadas en sus rodillas y relajando su respiración debido a este pequeño esfuerzo - Tío, espera, no puedo más.
- Respira, que no es para tanto ¿Qué pasa? Sabes, necesitas hacer más ejercicio.
- Sí, lo sé. Solo quería preguntarte ¿qué tal te ha ido la semana?
- Sinceramente, estoy tan contento como cansado. Tengo ganas de llegar y descansar un poco de niños, la verdad.
- Jaja sí, es verdad que a veces se agradece. Bueno Luis, si no te importa, me tengo que ir. Ya sabes que me esperan en casa, al igual que sabes que estás invitado cuando quieras.
- Por supuesto Eric, gracias.Eric es una de esas personas que, sin conocerla desde hace mucho, sabes que está siempre ahí para tí.
Lo conocí hace apenas un mes, él es maestro de matemáticas en el colegio. Llevaba tiempo queriendo cambiarme a este centro y la verdad, estoy seguro de que ha merecido la pena.
De camino a casa me dí cuenta de que empezaba a llover, para que no me pillase demasiado la lluvia aceleré, cuidándome para llegar antes y evitar estar conduciendo cuando la lluvia fuese peor.
Tras 10 minutos de trayecto llegué a casa.Vivo en un pequeño chalé, situado al lado del mar, con vistas a este, por supuesto.
Me dispuse a abrir la puerta del garaje cuando recordé que me había dejado el mando en el recibidor.
A pesar de la que está cayendo, no me queda otra que aparcar en la puerta y echar a correr como alma en pena hacia el porche, el cual está cubierto.
Empiezo a correr y en cuanto puedo me resguardo lo más posible mientras busco las llaves. Fue en ese momento que percibí un sonido a mis espaldas, y esta vez no eran las gotas de lluvia al caer. Decidí guardar silencio y esperar a ver si podía distinguir un poco mejor ese sonido que parecía venir de detrás de uno de mis arbustos.
Con el corazón encogido me voy acercando poco a poco. Aparto algunas ramas y fijo mi vista en una pequeña cesta de mimbre. En su interior hay varias mantas cubriendo un bebé.
No soy experto en esto, ya que los únicos niños con los que estoy son mis alumnos e hijos de mis amigos, y esto es muy distinto. Pero creo que apenas tiene un par de meses de vida.
Levanto mi vista intentando ver algo, o a alguien, pero nada, lo único que escucho es el llanto de ese bebé que a mi parecer se iba calmando.
Sin pensarlo mucho más lo agarro, dejando caer sin querer lo que creo que era un sobre.
Con sumo cuidado me levanto y de nuevo me acerco a la puerta, esta vez abriéndola, para entrar en casa, sin embargo, con unos planes totalmente distintos a los que tenía hace un rato.
Coloco al bebé en el sillón rodeado de cojines para que no se caiga y llamo a mi amigo Eric. Él tiene una hija, Emma, y creo que podría ayudarme, porque ahora mismo no sé ni lo que hago.No acababa de sonar el segundo timbre de llamada cuando escucho el timbre de casa, sin tener ni idea de quién podría ser a estas horas y con esta lluvia.
Al abrir me encuentro a una mujer, la cual aparenta tener aproximadamente mi edad, 30. No sé porqué se me hace conocida. Hago un escáner rápido y me fijo en que en su mano derecha lleva lo que parece ser el sobre que antes había tirado. Parecía triste y cansada, y personalmente, no me transmitía mucha confianza.
- Hola - Eso fue lo único que salió de mí en ese momento. Y creo que una parte de mí esperaba que ella no fuese la madre de la criaturita que acababa de encontrar, a la cual ya no me veía capaz de dejar, al menos no con ella.
No dijo nada, solamente cogió mi mano y depositó en ella el sobre de antes, creo que dándome permiso para leerlo.
- Léelo, solo no quiero que pienses que soy tan mala persona, el amor me cegó y no fuí capaz de ver más allá, realmente estoy arrepentida - No sé a lo que se refiere exactamente, pero sí es verdad que se la veía mal - Cuídala, sé que lo harás bien, mucho mejor que yo. En esta carta está todo lo que debes saber. Sé cómo un padre para ella, ayúdala a crecer y convertirse en una buena persona. Estoy seguro de que tiene mucho talento y potencial, también de que lo harás bien, pero no olvides que os observo.- Cuando parecía que se iba se volvió a girar.
- Martín primero - Y se fue.Yo estaba clavado ahí, sin articular palabra, solamente no sabía qué decir.
Ahora sí que estaba descolocado, pero algo en mí confiaba en que esta carta disiparía mis dudas, y como siempre, mi instinto no falla.
Realmente sí es horrible, esa mujer y por lo que tienen que estar pasando. Sin embargo, su historia acaba de empezar y todavía tendrá que vivir muchas más cosas, pero si hay algo en lo que estoy de acuerdo con esta carta es que sus caminos se cruzaran de nuevo, o al menos eso espero.
Esto sólo es el comienzo de una historia, no siempre tan bonita, porque como todo tiene sus menos.
Lo mejor sería parar el tiempo y vivir felizmente tu día a día sin nada más, pero así la vida sería aburrida, aunque nos ahorremos algunos disgustos.Pero por mucho que queramos algunas cosas no son posibles e inevitablemente el tiempo pasa y tú ni te das cuenta.
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Segunda oportunidad
De TodoVanesa Martín está en el mejor momento de su carrera musical. Para ella todo está bien hasta que La Voz kids trae a ella su pasado, y tira todos sus planes y esquemas al suelo. "¿Acaso existía un anhelo humano más triste -o más intenso- que desear u...