Capítulo 61

158 12 5
                                    

...y vuelo
Vanesa Martín

Narra Vanesa

- Mira lo que he encontrado. - Me interrumpió feliz mostrándome un casco.
- No lo has encontrado, sabía que estaba en el garaje.
- Tú, pero yo no. - Tomé el casco. - No sabía que al final la habías comprado.
- Me hacía ilusión. - Contesté bajando la vista al casco entre mis manos.
- ¿Y todavía no me has dado una vuelta?
- ¿Qué?
- Esto es inaceptable Martín, no me esperaba esto de tí. - Dijo haciéndose el indignado. Llevando la mano a su pecho para así dramatizar un poco más.
- Pero si no te gustan, te da miedo.
- ¿¡Miedo!? Me río, el miedo me teme.
- Ya. - Respondí rodando los ojos y continúe con lo que estaba haciendo, dejando el caso a un lado.
- Entonces, ¿conduces tú? - Dijo volviéndolo a tomar, extendiéndolo hacia mí.
- Hace tiempo que no lo hago. Además, no podemos dejar a Lola sola.
- Cierto. - Se quedó un rato en silencio sin moverse de mi lado, supongo que pensando, pues pasados unos minutos volvió a interrumpir. - Serán sólo diez minutos, ni se va a enterar.
- No.
- Jo... ¿Y si la cuida alguien?
- A ver - Volví a mirarlo. - Sorpréndeme.
- ¿Toñi?
- ¿Mi madre?
- No, tal vez no sea buena idea molestarla... Vane, venga, necesitas relajarte.
- Sí, pero no es momento, no insistas. - Respondí volviendo a lo mío.
- Vale. - Se rindió, dando media vuelta para alejarse arrastrando los pies.

Aunque me daba pena, no podía permitir que hiciese conmigo lo que quisiera, necesitaba alejarme, y dar una vuelta en moto los dos solos no era la solución.

Ya en contra de todo en mí, miré abajo e intenté seguir con lo que estaba. Pero no sólo mi cuerpo se negaba, sino que el universo estaba en contra.

- Joder... - Susurré.
- ¿Qué pasa? - Preguntó volviéndose de nuevo hacia mí.
- No pinta. - Me limité a responder levantando el bolígrafo que sostenía en mi mano izquierda. - Tiene tinta...
- Toma.

Se volvió a acercar y sacó un bolígrafo azul de su bolsillo, el cual depositó delicadamente sobre mi mano. Y se volvió a alejar sin mirar atrás pero igualmente abatido, sin ese aire despreocupado y alegre que llevaba consigo la mayor parte del tiempo.

Seguí escribiendo, pero ya no era lo mismo, y el problema no era del bolígrafo. Toda mi inspiración se había ido y aunque mi cabeza funcionaba a mil, estaba muy lejos de lo que estaba escribiendo.
Pasaba el bolígrafo de una mano a la otra, mirándolo como si él fuese a darme la respuesta a todo ese cacao mental.

Entre vuelta y vuelta de bolígrafo pensé que tal vez él tuviera razón.
Recapacité, pues aunque yo me empeñaba en pensar otras cosas, al fin y al cabo sólo se trataba de una vuelta en moto, nada más. ¿Porqué no? Si salir siempre me hacía bien.

De hecho, no recuerdo la última vez que salí a dar una vuelta en mi moto, de verdad que no.

Así que, inventándome una pequeña mentirijilla, convencí a mi madre para que se quedara un rato en casa, no dí detalles de quién estaba arriba, y mucho menos le conté que era su nieta. También omití la parte de que Melendi estaba aquí.

Cerré todo, pero no me molesté en ordenar, bajé y saqué la moto para aparcarla en la puerta.

- Esto es cómo montar en bicicleta, no se olvida. - Me dije. - Bendito seas niño curioso por hacerme recordar lo que se siente. - Seguí bajándome de la moto.

Entré y lo busqué en la parte de arriba de la casa, después de cerciorarme de que Lola estuviera bien, dentro de lo que cabe.

- Venga, que te quedas en tierra.
- ¿A dónde? - Dijo atrapando el casco que había cogido para él.
- A dar la vuelta que te prometí.

Sonrió.

- No sé a qué estás esperando. - Dijo corriendo escaleras abajo.
- Por aquí. - Señalé la calle. - Está fuera. - Tomé las llaves y una chaqueta. - Y ponte una chaqueta que a estas horas refresca.

Cerré sin llave pues en cuestión de minutos mi madre llegaría y no tenía mucho sentido.

- ¿Se queda sola?
- No, viene mi madre. Así que no pierdas el tiempo que tenemos media hora.
- Entendido capi. - Contestó poniéndose el casco. - Cuando quieras nos vamos.
- Tendrás que subirte, a no ser que prefieras correr detrás.
- Ehh, no, no, me subo.

Imitándome se subió detrás mía, intentando dejar espacio entre su cuerpo y el mío, pero era prácticamente imposible.

- ¿Así está bien?
- Creo que deberías agarrarte a mí, aunque si prefieres...
- Me agarro, me agarro. - Me cortó.

Notaba el miedo en su voz y en cómo sus manos se aferraban a mí, al principio con miedo a mí, luego con miedo a caerse.

- Si quieres puedes quedarte.
- ¿Y darte el gusto de admitir que tienes razón? Jamás.
- Hombres. - Suspiré.
- Vanesa. - Dijo del mismo modo.
- ¿Vanesa qué?
- Nada

Desafiábamos toda escena cliché de película. La mujer conduciendo, él fuertemente agarrado a mi cintura, con los ojos cerrados al tomar velocidad y luchando contra mi pelo en su cara, pero sin quitar sus manos ni un solo segundo de mí.

Mi corazón latía fuerte en mi pecho, no sólo por sentirlo tan cerca de mí, sino por volver a conducir la moto después de tanto tiempo. Pero tenerlo detrás, con sus manos en mi cuerpo, sus piernas rozando las mías, su respiración en mi cuello.

¡Claro que me latía fuerte el corazón!

Por supuesto que temblaba y estaba nerviosa, terriblemente nerviosa. ¿Cómo no?

Pero todo eso pasaba a un segundo plano cuando sentía el viento en todo mi cuerpo, la sensación de libertad, y esas ganas de velocidad.

Vida.

Me volvía a sentir viva, como hace mucho tiempo no me sentía.

- Sería increíble si llegásemos vivos. - Dijo en mi oído, ocultando el miedo tras su voz grave y ronca.
- Si dejas de hablar así tal vez. - Respondí acelerando una vez más y notando su agarre más fuerte.
- No estoy jugando Martín. Imagina cómo se sentirán mis fans, ¿¡y mi madre!? Mi pobre madre...
- ¿Qué hay de mí?
- Tú te salvas.
- Y me explicas cómo si vamos en la misma moto, yo conduciendo.
- Porque yo lo digo. - Zanjó.
- Estoy salvada. - Dije con notorio tono sarcástico en la voz. - Podré vivir tranquila con tu madre.
- No serás capaz...
- ¡Cuidado! -

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora