CAPITULO 28.

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NOTA: Se continua en la perspectiva de Heebris.

La espada de su escolta estaba en el cuello de Heebris cuando el comenzó a extender su mano y a pesar de que no le importaba, en ese momento llegó una voz burlona.

—¿Por qué? ¿Por qué es la vida que Dios me dio?

—No, no, no mi señora.

—¿Qué? ¿La existencia en si misma es preciosa? ... ¿Qué hay de precioso en mi existencia?

Su Santidad dudó en responder, porque para él la vida de todos era "igual" sin importar el estatus de uno.

No podía decirle a esa dama que, frente a él, su vida era tan preciosa cómo la hierba silvestre del camino. Porque eso era una lógica de la gente común que ella no entendería. Pero ella lo tomó por su silencio y Lady Mizerian lo apuñalo de manera deliberada.

—Simplemente no quieres escuchar que alguien que conoces está muerto ¿no es así? ¿tienes miedo de que te culpe? Que podría haber querido vivir si me hubieras ayudado esa vez... ¿eso?

Con esas palabras, el recuerdo del cuerpo de su madre que tomó veneno lo hizo temblar. De repente odió a la mujer frente a él que habló con dureza sin saber nada.

Cómo Sumo Sacerdote, salvó la vida de miles de personas, aquellos que intentaron suicidarse dijeron una y otra vez que debieron haber tomado la decisión errónea cuando volvieron a la vida y agradecieron por estar vivos.

Desde entonces Heebris ha pensado en ello todas las noches. Pensó que sí hubiera encontrado a su madre antes podría haberla salvado y que ella podría haber estado lamentando su propia elección.

Pero Lady Mizerian en un tono venenoso, le dijo a él que estaba segura de que no se arrepentiría. Las pulcras uñas de ella se cierran en la palma de sus manos y su desesperación comenzó a crecer en silencio.

—¿Sabes qué? Una persona que esta deprimida y desea morir, no puedes solo animarla.

La confesión de ella imbuyó el olor de la sangre.

Se sentía asfixiado. Lady Mizerian estaba a punto de romperse por lo que no podía soltar su mano a pesar de que la sangre fluía por la palma de su mano. Una aterradora sensación de aprensión se apodero de él.

—¿Debo de vivir mi vida solo porque Dios me ha ayudado? Te equivocas. Soy una tonta que ni siquiera puede morir correctamente y falla. Cada vez... y si lo repito, tanto el miedo cómo el arrepentimiento se desvanece. No... no, siento que me estoy desvaneciendo poco a poco.

Tal vez no pueda salvarla.

—¿Por qué tienes esa expresión en tu cara? ¿Tienes miedo? ¿Crees que voy a morir ahora mismo?

—... sí, tengo miedo.

Cómo en el caso de su madre. Heebris era incapaz de salvar a otra mujer y a diferencia de él, que estaba afligido por el dolor, Lady Mizerian sonreía de manera suave. Cómo una persona que esperaba por fin su día.

Cuando Lay Mizerian descubrió que él había visto cómo hablaba con una bruja a través del espejo, su primera reacción fue no fue la de esconderse, estaba claro que sería quemada en la hoguera si otros se enteraban. Heebris sintió ira al saber que estaba involucrada con una malvada bruja.

Era obvio que Lady Mizerian no sabía lo peligrosa que podía ser una bruja, tal vez fue esa bruja intrigante la que se acercó a ella que no sabía qué hacer. Pensó que debería decírselo de inmediato y detenerla, pero antes de darse cuenta, la fría hoja negra de un cuchillo tocó su cuello.

Las extraordinarias aventuras de una dama suicida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora