Después de hacer contacto visual con Heebris, mi sonrisa incomoda quedo atrapada en mis labios.
—¿Quién es usted?
Sentía que mi cabeza me daba vueltas y como algo la atravesaba.
Estuve a punto de sospechar si algo estaba escondido que me hacia daño... ¿debo de ser honesta y pedirle ayuda? ¿o la respuesta correcta es deshacerme de él sin que se de cuenta? Si Heebris estuviera de mi lado...
No. No debo de hacerlo.
Si él hubiera estado en la misma posición que la bruja a la que conocí hoy, le habría confesado mi situación sin tener que preocuparme por ello, pero Heebris estaba del lado de Helena, lo que significaba que pronto se convertiría en un enemigo.
¿Puedo sostener una espada mas grande contra un hombre que terminara siendo mi enemigo? La respuesta es no.
Deseaba tener que morir de forma limpia e indolora.
Cuando descubra que en realidad no soy la verdadera Eris y las cosas se pondrán aun mas problemáticas si me atrapan las personas a las cuales no les agrado. Dado que este es un país con ingeniería mágica avanzada, puedo llegar a ser torturada o tratada como un experimento viviente, en el cuál ellos quieran descubrir la forma en que las almas entren a otro cuerpo o incluso pueden tratarme como una enferma y confinarme a una isla para monitorear cada movimiento hasta que muera a causa de la vejez.
Incluso si Heebris no lo hacia, podía suceder con el príncipe Heredero. No necesitaba ver el resultado para saber cual era; el príncipe no era alguien que se preocupara por mi y me cuidara.
—¿No es extraño que un Sacerdote quiera saber el nombre de una mujer noble que es soltera?
—No me refiero a su nombre...
—¿No está hablando de mi nombre? —Lo cuestione de nuevo.
Debí de haber respondido de inmediato, pero era demasiado tarde como para arrepentirme, sin embargo, por lo general es la persona que tiene la voz mas fuerte quien gana peleas como estas.
Cuando lo enfrente levantando la cabeza de manera descarada, él evito mi mirada, como si el Sumo Sacerdote nunca hubiera conocido antes a una mujer, además llamó la atención de las personas por lo que comenzaban a reunirse.
Incluso si él era el Sumo Sacerdote, Eris era bastante famosa al ser la prometida del príncipe heredero, por lo que era sospechoso que ella estuviera hablando con otro hombre.
—Es complicado de decir...
—Me interroga de manera tan escalofriante y no me dice cual es la razón. —Dije.
—¡No te estoy interrogando! ¿Cómo puedo hacer eso si soy un Sacerdote? —Heebris estaba asombrado por lo que se señalo a si mismo.
Me acerque a él, de hecho esta acción podría generar un rumor y ser considerado como que una mujer estaba intentando seducir al Sumo Sacerdote, aun así, estaba segura de que podría ganar esta apuesta.
En la novela, Heebris era terriblemente dulce y amable con los demás, además de ser el único cobarde que no pudo confesarse a Helena y se llevo todo lo que tenía.
Según la descripción de la novela, a diferencia de Helena, Eris daba miedo.
—Siento que estoy siendo interrogada, si toco el pecho del Sacerdote ahora mismo ¿ya no es una agresión, ya que una mujer lo toco?
—Debió de ser un malentendido, pido perdón por lo sucedido.
—Acepto sus disculpas.
Salí de la tienda de bocadillos, comprar ahora me parecía desagradable, además era difícil encontrar evidencia de que yo no era Eris Mizerian después de quedarme charlando con el Sacerdote y me preocupó el hecho de que llamáramos la atención de la gente, sin mencionar que ese lugar era frecuente para muchos nobles y sirvientes que iban y venían.
ESTÁS LEYENDO
Las extraordinarias aventuras de una dama suicida.
RomanceReencarne en el cuerpo de Eris Mizerian, la villana de una novela que enveneno a la protagonista, cuando su prometido el príncipe Heredero se casó con Helena, su amiga de infancia y doncella. Desde que me di cuenta de la situación. Solo tengo un o...