CAPITULO 45

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Mandé a fuera a todos los sirvientes y le dije a Helena:

—Camina hacia mí.

Helena camino hacia mi lentamente, pero con la espalda erguida como le enseñe. El vestido largo podría ser engorroso, pero ella no tembló ni vaciló.

Cuando se acercó a mí, le tendí la palma de la mano. Helena inclino ligeramente las rodillas para saludarme y colocó de manera suave su mano sobre mi palma.

Esta sería la última practica de baile. Helena que se había convertido en una experta en seguir el ritmo me susurró.

—Hubo un tiempo en el que tenía envidia de las chicas que vestían ropa hermosa. No solo yo, sino todas las niñas que estaban conmigo, era mi sueño vestirme así y bailar de esa forma al menos una vez en mi vida.

Pero cuando se giró con mi guía, agregó con una cara amarga.

—Pero ahora que lo he experimentado, ser hermosa es mucho más difícil e incómodo de lo que pensaba... pero esto debe de ser tratado como una bendición ¿no es así?

Tirando de ella replique.

—No tiene nada que ver con la belleza.

—¿No?

—Vestirse bonito es laborioso e incómodo. La gente puede ser lo suficiente bella sin necesidad de todo eso.

Helena me miró por un momento ante esas palabras y luego se quedó en silencio pensando. Estábamos bailando el mismo baile con diferentes pensamientos.

¿Quién creo por primera vez la expresión "hermoso"? ¿Qué vio es lo que vio esa persona para decir que era hermoso? ¿era una persona o un paisaje? ¿Qué tipo de cosa vio?

¿Cuánto más deberíamos de arrastrarnos por los estándares de belleza que cambian con el paso del tiempo?

El debut estaba a la vuelta de la esquina, así que en lugar de enseñarle algo nuevo, era mejor repasar las cosas que había aprendido hasta ahora para que no cometiera un error. Fue porqué la cantidad enseñaba eran tan grande que fácilmente podría ser olvidada o confundida.

A medida que se acercaba el baile de debutantes, los nervios de Helena se agudizaban.

—He preparado unas bebidas ¿puedo entrar?

—Adelante.

La razón por la que no habíamos explotado después de tanto, era porque tomábamos un refrigerio de vez en cuando. Si tomaba un descanso mientras comía algunos bocadillos, puedo volver a pensar las cosas antes de hablar y decir cosas duras.

Fue por esa razón que me metí en la boca un bocadillo horriblemente dulce del Palacio Imperial, independientemente de mi gusto. Era para subir mis niveles de azúcar.

Los asistentes estaban ocupados llevando té y exhibiéndolos en la mesa. Por lo general, para salvar las apariencias, los meto a mi boca hasta que los sirvientes los hayan acomodado y se van, pero hoy, tal vez porqué estaba particularmente cansada, puse mis manos sobre los dulces. Tomé un mille feumill y le di un mordisco, pero era como masticar arena. (n/t: es un postre hecho de hojaldre con capas de crema pastelera.)

Al principio, pensé que era solo la textura de la masa, pero cuanto más pasaba por mi lengua, el dulce no se derretía. Levanté los ojos levemente y miré a Helena, que estaba comiendo sin ningún cambio de expresión.

¿Quién fue el culpable?

En primer lugar, casualmente tome el bocadillo arenoso. Cuando miré hacia la por la puerta, había una niña que me miró levemente. Ella fue quien puso los dulces frente a mí, así que levanté mi dedo.

Las extraordinarias aventuras de una dama suicida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora