Me desperté casi tan pronto como salió el sol.
Luché por despertarme en la mañana, pero no pude hacerlo, se debió a que te tenía la presión arterial baja, no pude dormir en la noche y aunque cambie de cama todo fue un infierno, un verdadero infierno.
Tenía tanto sueño que me dormí en el baño, tenía la intención de ser simplemente arrastrada.
Debió de ser bastante difícil para Anakin el pedirme permiso para que me llevará al templo conmigo medio dormida. Si bien el templo no estaba a una gran distancia, no se podía caminar por lo que tuvimos que ir en el carruaje. Anakin me metió dentro del carruaje y una vez que llegamos tuvo que sacarme a pesar de que no estaba completamente despierta.
De manera literal, fue Anakin quién me llevó al frente del Sumo Sacerdote y muy a mi pesar me despertó.
—Maestra, hemos llegado, por favor despierte.
—...Dame cinco minutos más.
Solo cinco minutos más para reunir mis energías, para así poder despertar y demostrar mis habilidades.
En ese momento sentí que alguien presionaba mis cejas arrugadas con un dedo y luego por más extraño que parezca, toda esa somnolencia desapareció por completo.
Cuando abrí mis ojos, el hermosos rostro de Heebris estaba frente a mi observándome. El era el Sumo Sacerdote.
Pensé que lo mejor era tratarnos como completos desconocidos, cuando aparte mi mano otro sacerdote me puso un velo.
En el imperio, las mujeres debía de usar un velo dos veces, mientras que los hombres solo lo usaban una vez, por lo tanto al igual que las mujeres los hombres usaban un velo en la ceremonia de mayoría de edad, claro que eso se debía a un motivo religioso.
Todos los pecados que quedaba contenidos en el cuerpo se guardaban en el velo para evitar que estos escaparan y se vertía el agua bendita para purificarlos.
Heebris vertió lentamente el agua bendita del tazón sobre mi.
Era fresco, pero no se sentía agradable tener el velo mojado y la ropa que se me pegaba al cuerpo, no era de extrañar que me vistieran de forma tan ligera.
Apreté mis labios y cerré mis ojos para continuar con la ceremonia pero ¿La mano de Heebris se detuvo en el velo?
¿Qué? ¿Por que se queda quieto? Al abrir mis ojos con extrañeza, Heebris me miró al rostro por mucho tiempo y luego barrio rápidamente mis ojos. Sus dedos eran suaves y estaban secos.
—Sumo Sacerdote...
—¡Ah!
Al señalarle Heebris volvió a verter el perfume en sus dedos temblorosos , volví a cerrar los ojos y él toco mis dos parpados y vaciló un poco esta vez cuando debió de tocar mis labios.
¿Es en serio? No es como si solo lo hubiera hecho una dos veces pero ¡esto está demorando mas de lo necesario! Estaba molesta, por lo que solo levanté mi cabeza para presionar mis labios contra el pulgar de Heebris y me puse de pie.
—¿eso está bien?
—...sí.
—Vamos que estoy ocupada.
Cómo Heebris no respondió, me quité el velo húmedo y lo arroje. Mis piernas estaban palpitando por permanecer mucho tiempo de rodillas. Era tan frustrante.
Regrese al Palacio Imperial, desayune y almorcé tarde, después di una caminata corta para digerir antes de que comenzaran a prepararme en serio. Las comidas de las personas con un estatus alto por lo general eran pesadas y tan abundantes que mi estomago parecía estar hinchado.
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Las extraordinarias aventuras de una dama suicida.
RomanceReencarne en el cuerpo de Eris Mizerian, la villana de una novela que enveneno a la protagonista, cuando su prometido el príncipe Heredero se casó con Helena, su amiga de infancia y doncella. Desde que me di cuenta de la situación. Solo tengo un o...