CAPITULO 23.

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 —¿Arrepentirme? ¿Qué quieres decir? —Pregunté mientras presionaba mis uñas en su palma y continué.

—¿Hablas sobre arrepentirme de mi muerte? ¿O estás hablando del remordimiento por convertirme en un enemigo del Sumo Sacerdote quien es tan prometedor para volverse el próximo Papa?

—Le hablo del apego persistente y el miedo que tiene cualquier ser humano. No del miedo a la eternidad —dijo Heebris.

—Entonces supongo que no soy un ser humano.

—Lady Mizerian.

—¿Sabe que? Cuando una persona desea tanto morir, no puedes animarla simplemente si está deprimida.

De hecho, todavía era de esa forma. Crucé cómo una muñeca cuya batería estaba por agotarse. Una muñeca que se activa al pulsar el botón de encendido pero que se detiene sin hacer nada más que un movimiento.

Estaba tan agotada mentalmente que no quería hacer nada pero el sentido y el propósito de regresara a casa me obligaba a moverme.

—Es tan difícil y abrumador el solo respirar...ni siquiera puedo intentar morir ¿No es eso divertido? Intentar morir puede ser alentador. Incluso para ahorcarme necesito de la fuerza para atar una tela al techo y pasar la cabeza por la cuerda. Para saltar, se necesita usar la fuerza para subir a lo alto.

Cuando llegué a este mundo por primera vez, solo dormía.

Quiero despertar y al abrir mis ojos sentir que estaba de vuelta en mi casa. No podía creer que estaba en un lugar extraño, en un cuerpo desconocido. Mientras me obligaba a dormir y me despertaba repetidamente, ese cuerpo se desplomo y se hundió.

Después de eso, llore.

—Entonces me acostaré y procrastinaré como una tonta. Me digo que debo de morir mañana y al día siguiente lo vuelo a intentar. Si pospones las cosas de esa forma hay momentos en los que la fuerza regresa.

La primera vez que intente suicidarme era un día soleado. Cuando me desperté no me dolía la cabeza y la comida que no se ajustaba a mi gusto sabia bien, mi andar era tan ligero cómo el de una pluma.

—Si ganas fuerza de esa manera, nunca se sabe cuando volverás a estar letárgico. Debería de morir cuando tenga fuerzas pero ¿Sabes cómo se siente fallar cuando apenas has logrado tener algo de fuerza?

—...

—Dices que cómo Dios me ha ayudado ¿Debo de comprometerme a vivir duro? Eso esta mal. Soy una tonta que no puede morir de forma correcta y sigue fallando, una y otra vez. Al repetirlo tanto, esos sentimientos persistentes cómo el miedo se desgastan. No, no es eso...siento que me estoy desvaneciendo poco a poco.

El traqueteo del carruaje se detuvo.

El Sumo Sacerdote no dijo nada.

Siempre es mejor el silencio que un torpe consuelo.

—¿Por qué te ves de esa forma? ¿Tienes miedo? Miedo de que me muera de inmediato.

—...Sí, tengo miedo.

Anakin abrió la puerta primero y se acercó a mi. Saque mi mano de Heebris y me puse de pie.

—Todavía tengo un largo camino por recorrer antes de morir, así que no se preocupe demasiado ¿No dicen la gente que "Cada uno tiene el fin que se merece"?

Sonreí de forma suave para tranquilizarlo.

En esta novela, la miserable muerte de Eris era el deslumbrante clímax de la historia que los lectores esperaban, incluso más que el matrimonio de Helena.

Las extraordinarias aventuras de una dama suicida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora