CAPITULO 27.

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NOTA: La narrativa continua con Heebris.

Al principio, parecía avergonzada, luego su rostro se puso rígido. Ella levanto la barbilla en una expresión de desafió y arrogancia.

—¿No es extraño que el Sumo Sacerdote pregunté por el nombre de una mujer noble que esta soltera?

—... Eso no es lo que quería decir.

—¿No pregunta por mi nombre?

Su Santidad se quedó en silencio. El color de su alma seguía siendo purpura pero ¿Cómo podía decirle? La gente la ve como una dama de alta cuna y de posición social en los círculos de la aristocracia actual

Ya se que ella supiera que él estaba dudando o no, ella trató de alejarse de Heebris.

Cuando volvió en sí, ella ya había desaparecido. No pudo dormir en toda la noche porque estaba intrigado por esa alma de color purpura que parecía estar desgarrada. En su sueño, su madre apareció llorando diciendo que todo era su culpa.

Cuando se conocieron el ni siquiera sabia de su identidad. No fue hasta más tarde, cuando le dio su descripción a un aprendiz de sacerdote, que descubrió quien era ella.

Eris Mizerian.

La única hija del marques y la prometida del príncipe heredero. El aprendiz de sacerdote dijo que lady Mizerian tenia una personalidad aterradora y agregó que tuvo la suerte de que ella no lo abofeteara acusándolo de difamarla.

—¡Ack!

Pensó que podría encontrare con ella algún día mientras iban y venían del palacio Imperial, pero no esperaba que llegara tan pronto. El color de su alma seguía siendo purpura, incluso cuando sus pies colapsaron y las lagrimas caían por su rostro.

En ese momento, ni siquiera pudo preguntarle sobre lo que vio. Por lo que quiso irse después de tratar su tobillo, pero lay Mizerian lo agarro.

—¿A quién me parezco?

La brillante alma de color purpura no era una ilusión. Dentro de Lady Mizerian había un forastero que solo había sido escrito en los libros antiguos.

Le preguntó a Heebris con una voz llena de esperanza, si es que había alguna forma de que ella regresara. Ni bien apenas la escuchó, varios libros que había leído hasta el momento pasaron por su cabeza, pero lamentablemente recordó que ningún forastero había salido con vida.

Heebris vacilo a pesar de que podría haberle respondido a ella de inmediato. Por alguna razón, no quería darle a la forastera una falsa esperanza. La verdad finalmente salió a la luz ante su insistencia.

Lady Mizerian se rio y lo negó.

—Si no hubiera forma de salir de esta vida ¿Cómo podría haber llegado vivo a este mundo, verdad? Debe de haber una manera pero no lo sabes.

—Mi señora...

Las pupilas temblorosas, su respiración acelerada, un alma rota.

Heebris vio una visión de su madre superpuesta a la de ella. El alma de su madre siempre estaba roja, magullada y desgarrada.

—Por favor, encuentra la forma. Cómo eres el Sumo Sacerdote, si regresar al templo puedes encontrar algo ¿verdad? Entonces...

—¡Mi señora! Escúcheme.

Asustado de que se derrumbara en cualquier momento, Heebris la agarró de los brazos y empezó a explicarle la ley de la vida, para que ella pudiera entender poco apoco. Trato de convencerla.

Las extraordinarias aventuras de una dama suicida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora