CAPITULO 84

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NARRATIVA CAMBIA A MELPOMENE Y KRATOS.

Melpómene fue la quien envió a ese sirviente a Eris Mizerian cuando escucho que el marques estaba cambiando un pagaré por oro.

Lo primero que le dijo al sirviente fue que lo prohibiera, no sabía si eso sería efectivo después de todo el asistente que parecía ser siempre enviada a esa torre regreso con una palabra.

Úselo.

—Vaya.

Helena estaba muerta, para ser más precisos estaba en un estado en el que apenas y podía respirar por lo que no estaba consciente y aunque era una niña linda y amable en la cual su corazón no era el adecuado para estar en el palacio imperial, le dolía ver a la pequeña niña acostada.

Melpómene pensó que le tenía más cariño del que pensaba, sin embargo, ella sabía mejor que nadie que el afecto no tenía ni un valor.

Melpómene comenzó a recordar su vida y empezó a contar uno por uno, muchos de esos días fueron llenos de tragedias y los pequeños momentos de alegría fueron solo algo para hacer cada vez más dramática su tristeza.

Tenía tantos arrepentimientos en su vida, que ya no se arrepentiría en lo que quedaba.

—Ve y dile a su Majestad que venga aquí... Que deseo verlo.

La doncella desapareció y Melpómene se levantó, sacó las tazas de té directamente del armario. Tomó la tazó y miró los patrones de la luna en el fondo de la taza durante mucho tiempo, luego colocó un poco de nuez de pino en la taza con cuatro pétalos frente a ella.

Las hojas de té que escogió para ese momento tenían un fuerte olor y sabor, incluso si el sabor llega a cambiar debido al veneno no se notara.

Era un té no que bebería sino hasta el final de todos modos, pero esa no era la razón por la que estaba luchando, en su mente pensaba que en verdad esta era la última vez.

Sospechaba si en verdad tenía veneno, por lo que rasco un poco el interior de la tazó y se lo dio a un ratón, pudo ver el efecto claro.

Incluso con un pequeño rasguño, el ratón murió.

Sentada aun en el sofá, Melpómene estaba esperando a Kratos y de repente ella se dio cuenta de algo, entre ellos dos, era Kratos el que siempre la había esperado.

Kratos no comía ni bebía hasta que llegaba Melpómene, esperado de esa manera ¿Qué es lo que pensaba Kratos en ese entonces? Nunca le había preguntado al respecto.

Entonces cuando Melpómene por fin se encontrará con Kratos, trataría de preguntar en las cosas que había estado pensado, sin embargo, cuando ella vio el rostro de Kratos, se preguntó ¿de que servía hacer eso ahora? Ya estaban en un punto de no retorno e incluso si supiera la razón, ya no tenía la confianza para comprenderlo o perdonarlo.

—No puedo creer que me hayas pedido tomar el té contigo primero. El mundo va a cambiar mañana, tendré que verificarlo.

—Estas diciendo tonterías —Dijo Melpómene sirviendo el té.

Kratos no tocó la taza y miró a Melpómene sin cesar, era como una persona que estaba ansiosa de olvidar lo que tenía frente a él si no lo gravaba en sus ojos.

—El té se está enfriando.

—Prefiero el té frio.

—Mientes.

Melpómene tomó un sorbo de su té y se puso de pie, luego se acercó a Kratos y lo besó.

Ninguno de los dos cerró los ojos, fue por eso que Melpómene se dio cuenta de que Kratos lo sabía.

Las extraordinarias aventuras de una dama suicida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora