Capítulo 13

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La llegada a casa siempre era una de las mejores partes del viaje. La plaza principal se llenaba de gente que les daba la bienvenida y los acompañaba a una inmensa nave para ayudarles a descargar todo el alimento. Entre todos vaciaban los camiones, clasificaban todo y lo guardaban en el sótano de palacio. Casi toda la parte que ocupaban los cimientos de palacio eran salas inmensas acondicionadas cada una a un tipo de alimento en particular. También habían traído forraje para alimentar a los animales de la granja. Allí todos debían comer.

Las siguientes horas fueron un constante ajetreo que los dejó a todos cansados, pero más tranquilos al saber que las reservas de comida subían y que dispondrían de alimento en caso de comenzar otra tormenta de nieve.

Siena se dirigió al Salón de la Reina donde sabía que su hermana les estaría esperando para darles la bienvenida y su gratitud por alimentarlos a todos. Era meramente protocolario ya que el informe sobre todo lo ocurrido lo tendría que poner sobre la mesa en la próxima reunión del Consejo. Eso quería decir que para mostrarles un recuento de las provisiones debía asistir a otra tediosa reunión. Normalmente ese pensamiento la haría gruñir por lo bajo toda la noche, salvo hoy. Porque era consciente de que su informe reflejaría que, en temas de frutas y verduras, iban escasos. Gran parte de las cosechas aún no estaban listas para su recogida, les faltaba una semana por lo que el camión no había regresado tan lleno como se esperaba. Sería algo negativo para ella si no fuese porque implicaba volver a la zona sur de la Tundra y poder ver a su abuela y planear su viaje.

Hacía solo unas semanas se había estado planteando solicitar a Loira hacer el papel de diplomática para poder ir al Reino del Sol y verlo por sí misma. Sin embargo, no había tenido el coraje de hablarlo con su hermana hasta ahora, pero, tras el ofrecimiento de Gabriel, tenía claro que ir de forma oficial sería lo mejor. No sería necesario idear planes elucubrados sobre cómo eludir los ojos curiosos y justificar su ausencia varias noches, si la mandaba la Reina. Era perfecto. Esperaba convencer a su hermana, pero aún tenía que poner sobre la mesa un motivo para que le diese permiso. No aceptaría que solo fuese un favor personal. Lo rechazaría diciéndole que se ocupase de sus obligaciones y dejase de querer aventuras absurdas. La conocía demasiado bien.

Lo hablaría con su abuela cuando fuese a recoger el resto de los alimentos en unas noches y así ella podría hablarlo con Gabriel o con su padre. Quizá para cuando ella regresase a la casita, ya le tuvieran un plan alternativo perfectamente ideado por ellos. Lo curioso de todo era saber que, tanto Gabriel cómo su padre, iban por allí a menudo. Ella había reconocido haberse saltado en una ocasión el tratado de separación de la Zona Neutral que dividía esa franja de tierra fértil en dos. Lo que no había considerado en ese momento era que su abuela vivía en la Zona Neutral, casi en la Tundra, y que ellos iban allí, no solo saltándose el tratado, sino yendo a ver a la antigua reina. Una mujer exiliada y que ya no disponía de ningún poder en el Reino de la Noche. O, quizá, solo en teoría no tenía poder. Puede que en la práctica aún conservase gran influencia o prestigio.

Lo que tenía claro era que ellos necesitaban horas para llegar hasta allí y nadie se hace ese camino por una persona que no sea importante o a la que no se necesite para algo. Y Siena había visto las bromas y la complicidad entre ellos, propias de una relación de amistad de largo tiempo. También era consciente de que su abuela tenía un informante en palacio que la mantenía al corriente de todo. Puede que sí. Quizá la antigua reina tenía más mano en la ciudad de lo que ella jamás podría haber imaginado en alguien supuestamente en el exilio.

No sabía quién era el informante. No sabía con quién podía contar o sincerarse al respecto. No sabía cómo haría para ir como diplomática. No sabía cómo hablarlo con Loira. Se agobió al darse cuenta de que, ahora mismo, su vida era un caos. Consideraba una aliada a su recién conocida abuela, por curioso que pareciera eso, y esperaba que ella le diese alguna solución. Esperaría, aunque vería si se le ocurría algo que presentarle a Loira para justificar su viaje mientras.

La Profecía Incumplida I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora