Capítulo 29

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Siena seguía en la sala de espera un par de horas después. Debía agradecer la constante compañía de los demás que no la dejaban sola mucho tiempo o que la relevaban cuando ella necesitaba salir para despejarse. Ella era una chica nerviosa que siempre se mantenía ocupada y estar ahí quieta, sentada, sin moverse, la estaba volviendo loca. Ya no sabía cómo sentarse y le comenzaba a doler el trasero.

Miró en derredor observando a los demás, todos en un respetuoso silencio o intercambiando comentarios breves en susurros. Urai había permanecido junto a ella, inquebrantable, acompañándola a dar una vuelta o a comer, dejando de lado todos sus quehaceres. Pocos minutos después, apareció Tiberio para interesarse por Loira y ellos le pusieron al día. Desde ese momento, entraba y salía de la sala de espera cada media hora. En una de esas apariciones vino acompañado de Elster, su tía, cuya cara de angustia lo decía todo. Se acababa de enterar de todo lo ocurrido ya que llevaba toda la noche encerrada, trabajando. De hecho, aún estaba regañando a su hijo por no haberla informado al momento del ataque cuando aparecieron juntos en la sala de espera. Desde ese momento, apenas se había movido del sitio esperando, como todos, alguna noticia por parte de los médicos.

También acababa de llegar Davra para interesarse por el estado de Loira y conversaba con Elster sobre los avances del proyecto de reproducción. Había hecho un parón para comer y descansar que había alargado para acercarse a verlos. Incluso Vestul, hombre que no apreciaba especialmente a su hermana, estaba allí, contrito y atento a cada movimiento tras las puertas cerradas donde se encontraba la Reina. Sabía que según se iban enterando los ciudadanos de lo ocurrido, iban acercándose a preguntar porque escuchaba al guardia que estaba fuera, en la puerta del hospital, o a Tiberio contestando las mismas preguntas y contando las mismas cosas cada pocos minutos. Lo bueno era que, con ese trajín de gente y los que estaban rodeándola en la sala de espera, no se sentía sola.

Todos pararon de susurrar o apartaron sus propios pensamientos cuando Maissy abrió la puerta de la habitación donde estaba Loira y salió, mirándolos seria. Siena sintió que el mundo se le venía encima. No podía soportar otra pérdida. No con la muerte de sus padres tan reciente aún. No cuando sabía todos los deberes y obligaciones que se le vendrían encima sin ningún tipo de preparación previa. La desesperación y una rabia sin sentido la invadieron de golpe. En ese momento solo pudo pensar que no había castigado lo suficiente a Tajto y que quizá debería ir de nuevo a verle.

— Dinos qué ocurre, Maissy. Se supone que Loira estaba evolucionando bien —dijo su tía.

— Así era, la teníamos sedada con el fin de que no sintiese dolor después de haberla tenido que reanimar varias veces y que se recuperase más rápido. Si bien, como le explicamos a Siena, había otros efectos secundarios que podrían surgir, entre ellos una posible infección por alguna bacteria que hubiese en el aire, y que habría que afrontar si ocurrían. Y eso es lo que ha pasado. Hemos descubierto una pericarditis, es decir, inflamación del pericardio o membrana que recubre el corazón. Hemos realizado un electro y una ecografía del tórax y hemos encontrado que tiene líquido acumulado en el pericardio que comprime el corazón y no lo deja bombear correctamente. Tras extraer algo del líquido para facilitar el bombeo hemos comenzado un ciclo de antibióticos para combatir la infección y antinflamatorios para ayudar a paliar el dolor.

— ¿Por qué será que todo me suena fatal? Da la sensación de que todos son cuidados paliativos. Quiero la verdad, ¿se va a morir? —preguntó Siena sonando infantil incluso a sí misma, pero quería una respuesta sincera.

— No se va a morir. Una vez que sabemos que la infección está presente y dónde está localizada, tratarla es sencillo. Eso sí, durante la próxima semana se quedará aquí o en su dormitorio. Debe estar tranquila y evitar todo aquello que pueda alterarla —les tranquilizó a todos, no solo a ella, ya que fue explicando todo mirándoles uno por uno.

La Profecía Incumplida I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora