Siena observó cómo su hermana se marchaba en el coche. Habían sido unos meses duros, apenas habían hablado durante esos dos meses y aún daba gracias de que la niña hubiese nacido un mes antes de lo previsto. Una vez le explicó cómo había escondido su embarazo y le había contado alguna anécdota al respecto, la parte de Loira estuvo completa. A partir de ese momento, ella se había limitado a contarle algunas cosas de su vida ahí y de lo que iba a hacer. Ni siquiera le ayudó a fabricar la cuna para Rain, no parecía interesarle nada que tuviese que ver con el futuro de su criatura.
Dio gracias a la Madre de que Urai le hubiese traído algunos vídeos sobre embarazos y partos, así como sobre los primeros meses de la vida de un niño. Así pudo tener una idea de lo que vería con Loira y, debía reconocer, que cuando llegó el momento su hermana fue sorprendentemente fuerte y ella pudo ocuparse de todo con más aplomo del que jamás pensó tener. Cuando vio aparecer su cabecita creyó que se caería redonda al suelo, sin embargo, supo reponerse y hacerse cargo de la situación hasta que tuvo en sus brazos a la niña.
Cuando vio desaparecer a Loira entre los árboles, regresó a la casa y cogió a la pequeña en brazos viendo que estaba despierta y se sentó en su nuevo sofá. Le había colocado en el porche que había construido Urai para ella cuando estuvo la última vez. Había pasado dos meses infernales creyendo que su marido era el padre de esa niña y aún no sabía si era suya. Había llorado, gritado y le había insultado desde la lejanía, aunque ahora que tenía la niña en brazos y era toda suya, no sentía tanta ira. Se sentó en el porche con ella y apartó ligeramente la mantita para que le diese un poco el sol. Sin embargo, no esperaba ver lo que vio. El sol golpeaba sobre su corto pelo, marcando un tono rojizo que la dejó descolocada. Dentro de la casita, con poca luz y el estrés del parto y la partida de Loira, no había reparado en que Rain no era rubia, como todos en la Noche. Y, lo peor fue que abrió los ojos en ese momento y pudo contemplar unos increíbles ojos verdes.
— Por la Madre, Loira, ¿qué has hecho? ―susurró al viento.
Esa niña no era de su marido. El padre no era nadie de la Noche. Por eso había sido tan importante que nadie supiese de su embarazo. No había nacido ochomesina, había nacido a su tiempo. Su hermana había mentido desde el principio y había alimentado sus dudas sobre Urai desde que llegó para proteger su secreto. Era hija de Uriel, una mestiza prohibida de una relación prohibida.
En ese momento se quedó de piedra, recordando la profecía: "De la unión de un rey Sol y una reina Luna nacerá el principio del cambio y el final de la separación. Ella logrará que la Tierra vuelva a su ser anterior, a ser lo que era."
No podía dejar que nadie la encontrase, sería un arma arrojadiza entre ambos reinos. Estaba claro que Uriel sería rey y Loira ya era reina. Y ahí estaba la niña prometida que uniría ambos reinos si la profecía era cierta y, por sorprendente que pareciera, empezaba a creer en ella porque, que Rain existiese, era todo un milagro. Ella sería la reina de ambos reinos, uniéndolos en uno solo y les haría trabajar juntos para lograr que la Tierra rotase de nuevo.
Eso implicaba que Loira no debería encontrarla si volvía a buscarla para llevársela y criarla ella. No debería ocurrir porque sería evidente su mestizaje con solo verla, pero su hermana era experta en mentir y en crear artimañas para lograr lo que quería. Y, si quería a su hija en la ciudad, encontraría el modo. La convertiría en su clon y odiaría al Sol. Al igual que no podía dejar que el Sol la descubriese. Su fanatismo también les había hecho mentir y manipular a sus únicos vecinos y convertirían a la niña en lo opuesto de lo que debía ser. La criarían como la niña prometida y sería orgullosa, egocéntrica y se creería más importante que nada ni nadie. Y sería una autentica fanática que se creería con derechos sobre la Noche. Por no hablar de que se la quitarían para criarla sin ella, ya que para ellos era una traidora, y no conocería mucho sobre su otra civilización, sobre la Noche. O eso intuía ella, ahí sentada, con Rain colocada sobre sus piernas.
Miró esa casita que tanto le había costado reconstruir hasta poder considerarla su hogar. Podría vivir allí unos años, pero después tendría que moverse. No sabía si Loira volvería, pero de volver, sería más adelante. Tenía tiempo de criarla, educarla y prepararla para lo que se le venía encima. Pero no dejaría que ninguno la encontrase ni que supieran de ella, hasta que estuviese preparada para afrontar el papel que el destino parecía tenerle preparado.
Abrazó a Rain con fuerza y entró de nuevo para prepararle un biberón. Cuando llegase Urai le pediría perdón por haber dudado de él y le explicaría las implicaciones futuras que tendría esa niña. Tenían que esconderla y protegerla de sus propios padres.
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La Profecía Incumplida I
Science FictionPrimer libro de la trilogía "La Profecía Incumplida". Dos civilizaciones supervivientes luchando por evitar que la especie humana se extinga. Dos reinos obligados a entenderse para sobrevivir, tan diferentes como la noche y el día eternos en el que...