Capítulo 18

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Gabriel se encontraba en Atlántida, la primera ciudad fundada por su civilización después de la aniquilación y capital, por ende, del Reino del Sol. Se encontraba en la puerta principal de la ciudad, viendo entrar los todoterrenos de cristales tintados a través de las puertas que daban paso a un pequeño grupo de casitas hechas de barro. Se dio cuenta en ese instante de que la pequeña y endeble muralla de barro que bordeaba la pequeña ciudad tenía muchas grietas y podía caerse. No era en sí mismo un problema grave ya que no lastimaría a nadie, su altura no le llegaba ni a la altura de la cadera ni era defensiva. La tenían porque quedaba pintoresca y les hacía gracia.

Se acercó a la nave en la que dejaron los coches para que el técnico los revisase y los dejase guardados donde el excesivo calor ambiental no los dañase. Estaban acostumbrados al calor, aunque agradeció entrar a la sombra y a un sitio con una temperatura ligeramente más baja que los cuarenta grados que hacía bajo el sol. Su padre y su hermano se bajaron de un coche con sus ropas blancas y sus pieles morenas. Él se había quedado en la ciudad trabajando. Le habría gustado estar presente en la reunión, pero eran temas que debía tratar su padre como rey o, en todo caso, su hermano como heredero y principal interesado en esa alianza. Él ya había puesto su granito de arena al aprovechar la ocasión con Siena y abrir camino.

Según vio las expresiones de sus familiares se dio cuenta de que todo debía haber ido bien, parecían llegar contentos. De todas formas, sabía que su padre le pondría al corriente en cuanto se encontraran a solas. Aunque no tenía intenciones de presentarse a la competición por el trono, sí debía estar al tanto de todo por si le ocurría algo a Uriel y debía ser él quien compitiese. Dudaba que Alyssa quisiera presentarse por él o contra él. Adoraba a su hermana, pero no veía más allá de sus libros y apuntes de medicina. A él también le gustaba la ciencia y era capaz de perder la noción del tiempo cuando estaba enfrascado en un tema interesante, sin embargo, nunca perdía de vista su posición y las responsabilidades que tenía para con su familia y su civilización. Por ese motivo estaba a la espera del regreso de su padre de la reunión con Azumara. Habían recibido una nueva misiva de Tajto con noticias y debía hacérselo saber a su padre y a su hermano.

Cuando su padre terminó de hablar con el técnico sobre el coche e intercambiar algunas bromas, se giró y se volvió hacia él. Estaban prácticamente solos en la nave, salvo por el técnico. Le hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera, indicando que ya había terminado de hablar y era hora de que se reunieran para ponerle al día. Les siguió a través de una puerta de la nave que subía al piso superior. Allí tenía su padre un pequeño despacho de grandes ventanales, pero con una agradable temperatura gracias a un antiguo aparato que enfriaba la estancia. Las vistas de las casitas y del inmenso desierto que había desde allí siempre le habían encantado. Ni siquiera se le podía llamar ciudad, se veía como un simple poblado y ese pensamiento siempre le sacaba una sonrisa.

Esperó a que Uriel sirviera un par de jarras de cerveza bien fría que acababa de sacar del pequeño frigorífico que tenía su padre en el despacho para estas ocasiones. Bebieron un gran trago para refrescarse antes de empezar la conversación.

— Bueno, será mejor que te ponga al día lo antes posible —comenzó su padre.

— Perfecto —asintió Gabriel—. Pero antes debo decirte que Tajto ha vuelto a escribirnos. Por lo visto, Loira ha hecho pública una investigación que está llevando a cabo una de sus científicas y que podría dar buenos resultados. Dice que creen que pueden solucionar los problemas reproductivos con una modificación en laboratorio de los embriones. Aún no tienen la tecnología necesaria, aunque podrían tenerla en un tiempo. Ante estas nuevas noticias, el ya dubitativo Vestul, ha puesto más excusas y pide que confirmemos si el plan sigue adelante.

— Esas noticias no son buenas para nuestros planes, pero tampoco los modifica —contestó el Rey—. Hay que tener en cuenta que pueden no conseguir nada o que los problemas técnicos lo alarguen años. No tienen ninguna seguridad de lograrlo y eso nos beneficia. En cuanto a Vestul, está bien que siga con las dudas. Ya hemos informado a Azumara de los planes de Tajto para que le pare, así que las dudas de Vestul darán tiempo a Elster de actuar. Con esto nos quitamos de en medio a ese estúpido diplomático que tienen y dejamos el camino abierto para que le den ese puesto a Siena.

La Profecía Incumplida I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora