Capítulo 34.2

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— No, no he cambiado de opinión —contestó entendiendo por qué veía a su hermana tan dubitativa ante su pregunta—. Solo te preguntaba porque, si no te había informado Urai, te lo contaba yo. Viendo que ya lo sabes espero que todo el tiempo que habéis pasado en la biblioteca haya estado poniéndote al día de ciertas cuestiones. No me mires así, soy la Reina y se me informa de todo, sobre todo cuando pido que vayas y no te encuentran por ninguna parte hasta que te ven salir a las tantas de la biblioteca con Urai. Me has estado evitando, no sé si aposta, pero espero que te haya explicado ciertas cuestiones sobre nuestra civilización que necesitarás conocer con vistas a tu futura ocupación como diplomática. Porque, supongo, que aceptas el puesto, ¿no?

— Sí, sí, claro. Por supuesto que sí lo acepto —contestó tan rápido que pareció impaciente. Estaba claro que seguía temiendo que ella retirase el ofrecimiento. Estuvo tentada de hacerlo viendo la ilusión que le hacía. Sería una hermosa venganza por su unión con Urai, con su ex amante. Sin embargo, seguía necesitando esa unión, más ahora que sabía que en un año aproximadamente tendrían resultados en los estudios. Y debía mantenerla como diplomática para alejarla de Urai, que no pudiesen tener una hija que la encumbrase por encima de ella.

— Me alegra oír eso, querida —dijo sonriéndola, esperaba que de forma tranquilizadora y cercana. Ya se encargaría de ella más adelante, la venganza llegaría en su momento—. Efectivamente, tenía pensado que fueses nuestra nueva diplomática y sigo pensando lo mismo. Viendo que ya eres consciente de mi oferta y la aceptas, vuelvo a mi segunda duda: ¿te ha contado algo sobre el origen de nuestra civilización?

— Sí, lleva varias noches aleccionándome sobre ello —contestó asintiendo con la cabeza—. Hay muchas cosas que no sabía y que, creo, aún me faltan por conocer. Cuanto más me cuenta y más me explica, más me doy cuenta de que me queda un mundo por conocer.

— Y de forma totalmente literal, además. Yo he pasado años estudiando el Viejo Mundo y aún descubro cosas que no sabía. Son siglos de historia que, hasta ahora desconocías, y que tardarás media vida en conocer solo por encima. El motivo de que tengas que conocer esa parte del pasado es porque los del Sol hablan sobre ello y no queremos que te traten de tonta al desconocer lo ocurrido hace ya un milenio. No deja de ser la base de nuestro mundo actual, suyo y nuestro —le explicó.

— Y ¿por qué motivo ellos conocen la historia desde niños mientras que a nosotros se nos oculta? ¿Qué hay de malo en que lo asimilemos desde pequeños y, de esta forma, podamos tener acceso a toda esa tecnología y conocimiento?

— Es una gran pregunta, Siena, y creo que conoces la respuesta. Nuestra vida aquí es muy sencilla y debe seguir siéndolo. Sí, es cierto que hay una gran información que puede ayudarnos, pero no ahora. Ser consciente del pasado es un shock, da igual que te enteres ahora o siendo una niña. Y esto te lo digo por propia experiencia ya que yo lo sé desde pequeña. Es muy difícil asimilar viendo esos vídeos, esa tecnología, observar la vida que llevaban... es muy complicado no ver tu propia vida como una mierda si la comparamos con lo que podríamos haber tenido. La existencia que hubiésemos podido tener de no haber ocurrido todo aquello. No eres consciente de la cantidad de veces que he soñado despierta con lo que podría haber sido y no fue, con lo que avanzaron en cuestión de doscientos años; ahora, mil años después, habrían estado mucho más evolucionados. ¡Podríamos haber nacido en otro planeta incluso! —contestó Loira mostrando, por un momento, sus propias ilusiones— Sin embargo, eso no es posible. Y lo malo es que yo puedo perder parte de mi tiempo renegando de nuestro presente, pensando en el pasado u otras posibles vidas, pero no podemos permitirnos que todos piensen en ello. Aún no, al menos. No podemos dejar que se pasen la vida soñando con lo que no es ni será jamás. Tenemos que levantar este mundo del desastre en el que aún nos encontramos mil años tras la aniquilación. Aún somos una especie en peligro de extinción. Si no hacemos bien nuestro trabajo nos puede ocurrir como en el cuento: que se nos caiga todo en encima y perdamos la comida y el cobijo. Podríamos morir todos y nos extinguiríamos.

La Profecía Incumplida I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora